La ronda, de Max Ophüls, debut en la edición de Rekete Entertainment

febrero 13, 2018 por Roberto García-Ochoa Peces

La ronda, película del año 1950 dirigida por el alemán Max Ophüls, es el título escogido por la editora Rekete Entertainment para estrenarse en el mercado del vídeo doméstico en España. Lanzada aprovechando la efeméride cómplice del 14 de febrero tanto en formato DVD como Blu-ray (segundo a nivel mundial, tras el aparecido en Reino Unido), la compañía ha prestado especial atención a los contenidos adicionales, entre los que destaca una pieza de producción propia y más de cuarenta minutos de duración donde se incluyen y comparan escenas descartadas del montaje final. La edición en alta definición se presenta con una bonita funda protectora, que se puede ver en las fotografías al final de este reportaje.
 

En Viena, primavera del año 1900, la sociedad pretendía ser puritana… con poco éxito. Prostitutas, soldados, sirvientas, señoritos, matrimonios, jovencitas descaradas, gentes del espectáculo y aristócratas se divierten en un sensual carrusel cuyo maestro de ceremonias, Anton Walbrook, accionará encadenando diversas historias.

La ronde fue la primera película que dirigiera Max Ophüls de nuevo en Europa, concretamente en Francia -de donde también procede la siguiente de sus obras maestras, Le plaisir (El placer, 1952)-, después de regresar de su periplo estadounidense, donde había realizado, entre otras, la exitosa Carta para una desconocida (Letter from an Unknown Woman, 1948), basada en una novela de Stefan Zweig. Con ella conquistó el premio BAFTA a la mejor película en 1952, al que habría que sumar los de Mejor Guion y Mejor Diseño de Producción en el Festival de Cine de Venecia logrados dos años antes; asimismo, también fue nominada a los Oscar al Mejor Guion Adaptado y a la Mejor Dirección Artística en blanco y negro, sin obtener en ninguno de los casos la ansiada estatuilla.

Se trata de una adaptación, escrita por el propio Ophüls y Jacques Natanson, de la obra teatral del narrador y dramaturgo de origen austríaco Arthur Schnitzler -quien también inspirase la historia del último de los filmes de Stanley Kubrick, Eyes Wide Shut (1999), a partir de su novela de 1926 «Traumnovelle» («Relato soñado» en español)-. Un melodrama clásico que, desde su mismo título y afiche original, alude a un carrusel de personajes que van siendo presentados y sucedidos por la figura de un narrador omnipresente -el amanerado actor vienés Anton Walbrook-, intercambiando pasionales y fugaces relaciones con el sexo como principal motor. Pero tal es la elegancia que demuestra el director francés que en ningún caso hay vocación de explicitud en su representación; antes al contrario, sus notables elipsis -como aquella en la que un personaje masculino no logra consumar el acto con su respectiva pareja, trasladando el instante a la ruptura momentánea del carrusel que opera Walbrook-, la imparable sucesión de diálogos elocuentes respecto al primitivo deseo de los diferentes caracteres, así como su exquisita labor de puesta en escena -con movimientos de cámara que radican en virtuosos travelling y una planificación abundante en el intercambio de picados y contrapicados- y la excelente dirección de actores, conforman una obra potente en el plano visual y extraordinariamente inquisitiva en el sensorial. Y eso que data de hace sesenta y ocho años y se ambienta en la sociedad centroeuropea de principios del siglo XX, con el acierto de mojar en su sensual ola a todo el arco social de la época, desde una prostituta hasta el más letrado de los escritores. La certera demostración de que las bajas pasiones son universales y para hacer más efectiva su (re)presentación la única condición es la reunión de ingenio, además de algo de genio.

El debut de Rekete Entertainment no puede ser más acertado, tanto por lo formidable de su elección, un clásico incuestionable de la historia del cine europeo, adorado en su momento por la entonces incipiente camarilla de críticos de la revista Cahiers du Cinéma, como por lo redondo de su contenido. El máster en alta definición empleado es propiedad del sello británico Screenbound Pictures y luce en muy buen estado, conservando buena parte de los matices originales de la obra; así, la imagen se presenta en su relación de aspecto original de 1.37:1 y formato cuadrado. En cuanto al sonido, se presentan dos pistas, la original en francés y la doblada al castellano, ambas en formato de alta definición (DTS-HD 5.1), con subtítulos en nuestro idioma. Pero cabe destacar que, como contenido adicional, se ha incluido la posibilidad de ver la película con la voz original de Anton Walbrook más allá de los cinco primeros minutos, que son los que finalmente decidió conservar Ophüls para su estreno en salas, pasando a doblar su voz y la de Isa Miranda durante el resto del metraje. Para indagar más en este sentido, la nueva editora ha preparado un valioso contenido extra de manera exclusiva: sucediéndose a través de pantallas de texto donde se explican las diferencias, se alternan las escenas sin cortes procedentes del montaje íntegro de 110 minutos de duración -con la consiguiente merma de calidad, ya que provienen de pases de la televisión alemana- con aquellas presentes en el montaje final de 94 minutos, que ha pasado a considerarse como el «oficial», en palabras del propio hijo de Max, Marcel Ophüls. Cuarenta y dos minutos de pura arqueología cinematográfica que, más allá de una cierta rémora en el dinamismo de la pieza, demuestran la pasión por el cine que late entre los responsables, así como sus ganas por hacernos llegar la visión más completa posible de la obra. Completa casi una hora de contenido adicional una entrevista de archivo al actor Daniel Gélin, donde expresa el modo de trabajo y la extrema minuciosidad que llevaba a cabo Ophüls en el rodaje.

Además del Blu-ray, Rekete ha tenido a bien lanzar la cinta también en formato DVD, conservando las mismas características antes descritas salvo por la lógica diferencia de la definición estándar (720×576) en la imagen y en las pistas de sonido, que pasan a estar codificadas en estéreo 2.0. Eso sí: sus compradores, además de perder la posibilidad de contemplar la película en una rica alta definición, no contarán con el añadido de la bonita funda de rayas blaugranas que sí incluye la edición en Blu-ray, creada exprofeso para la edición con la intención de enfatizar el póster original de La ronde. Aunque sí tendrán la oportunidad de recrearse con la bonita imagen interior del estuche.

A continuación, un reportaje fotográfico de la edición (pincha en cualquier imagen para acceder a la galería):

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