Lake Bodom, de Taneli Mustonen

marzo 8, 2018 por Roberto García-Ochoa Peces

Bodom es el nombre de un lago finlandés situado en la ciudad de Espoo, no demasiado lejos de la capital del país, Helsinki. Un lugar maldito ya que es el lugar donde sucedieron una serie de brutales asesinatos de jóvenes que aún hoy no están del todo esclarecidos, y de los que se sirve el joven finlandés Taneli Mustonen para recrearlos en la gran pantalla a través de esta pequeña producción.

 
Poster de Lake Bodom, dirigida por Taneli Mustonen

Título original: Bodom
País: Finlanda, Estonia
Año: 2016
Duración: 85 min.
Director: Taneli Mustonen
Guion: Aleksi Hyvärinen, Taneli Mustonen
Fotografía: Daniel Lindholm
Música: Panu Aaltio
Intérpretes: Nelly Hirst-Gee, Mimosa William, Mikael Gabriel, Santeri Helinheimo Mäntylä
Género: terror (slasher)
Productora: Don Films / Münchhausen Productions


 

Pequeña y sangrienta crónica negra finlandesa

Bodom es el nombre de un lago finlandés situado en la ciudad de Espoo, no demasiado lejos de la capital del país, Helsinki. Una nomenclatura de la que se apropiaron los músicos, asimismo procedentes de Finlandia, fundadores de la banda de heavy y death metal «Children of Bodom». Y es también la palabra que se utiliza dentro del título compuesto (y algo más explicativo) para la versión internacional de una película estrenada en el año 2016, Lake Bodom, dirigida por el joven Taneli Mustonen, originario, claro está, de aquellas frías latitudes. Pero sobre todo es un enclave bañado en el terror y profusamente atestado de misterio, que no necesita de mayor esclarecimiento para los habitantes del país nórdico porque aún hoy se encuentra estigmatizado para toda una sociedad poco proclive al sobresalto. De ahí, justamente, que el título original del filme que nos ocupa sea, simplemente, Bodom.

Allí ocurrieron, durante la noche del 4 de junio de 1960, unos horrendos crímenes en los que fallecieron, como consecuencia de salvajes apuñalamientos, tres de los cuatro jóvenes que se disponían a pasar la velada en una tienda de campaña. Dos chicas de quince y un varón de dieciocho años de edad perecieron, resultando un único superviviente: Nils Wilhelm Gustafsson, de la misma edad que el anterior y sobre el que siempre ha pesado la sombra de la sospecha, llegando a ser inculpado por la policía más de cuatro décadas después, en el 2004, a partir de nuevos análisis realizados, y finalmente absuelto por un tribunal un año más tarde. La identidad del asesino, por tanto, a día de hoy aún permanece en el más absoluto misterio, acrecentando más, si cabe, la aureola de malditismo y especulación en torno al desdichado lugar.

Una imagen de la película Lake Bodom, dirigida por Taneli Mustonen

De semejante embrollo histórico-social ha sabido sacar provecho Taneli Mustonen, un completo desconocido que, en su tercer largometraje -y después de filmar algunos cortos y capítulos para una serie de televisión, siempre dentro de su ámbito territorial- decidió cambiar la comedia familiar que le había granjeado cierta repercusión local por el genero del terror inspirado en hechos reales, reconduciendo la historia a través de un slasher, vertiente harto desubicada en Finlandia. Y es de recibo recalcar el asunto de la inspiración, ya que buena parte del discreto mérito de la cinta recae en su labor de autoconsciente ejercicio de (re)elaboración antes que en una recreación al uso, como habría sido de esperar. El director -y también guionista junto a su compatriota Aleksi Hyvärinen- decide adentrarse en los canales de la Historia y sitúa a cuatro nuevos jóvenes (intérpretes) en los márgenes del infausto Bodom, dejándoles asumir por cuenta propia el peligroso flirteo con el destino bajo motivaciones de índole sexual y sin dejar de merodear en torno al comentario del suceso real, que se ve aquí revestido formalmente por la ambientación y clichés inherentes al subgénero que hiciera famoso Sean S. Cunningham en Viernes 13 (Friday the 13th, 1980).

El resultado es una película muy modesta pero que logra empaparse de la delicada sutileza y manifiesta sobriedad presentes en la sociedad en que se ubica, haciendo visible una enconada problemática de marginación social y apuntando hacia las raíces conservadoras en el seno del estamento familiar a través de las oportunas líneas de diálogo, aprovechándose esta coyuntura agitada junto a la pulsión pasional para reinventar una posible casuística homicida. Como estricto filme de género sostiene menos asideros, aunque mantiene su apuesta calma para beneficiarse de una fotografía y una ambientación nocturna notables, justamente salpicada de rojo por los brotes de violencia seca y letal que requiere esta interesante revisión de la tragedia.

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