Zodiac, de David Fincher
abril 2, 2018 por Roberto García-Ochoa Peces
David Fincher dirigió en 2007 este thriller policiaco en el que aborda la traumática e inquietante historia del conocido como «asesino del zodiaco». Hibridando cine periodístico y policiaco, el realizador de Denver entrega una de las mejores muestras del género en lo que va de siglo.
Título original: Zodiac
País: EE.UU.
Año: 2007
Duración: 157 min.
Director: David Fincher
Guion: James Vanderbilt, sobre la novela escrita por Robert Graysmith
Fotografía: Harris Savides
Música: David Shire
Intérpretes: Jake Gyllenhaal, Mark Ruffalo, Robert Downey Jr., Anthony Edwards, Brian Cox, John Carroll Lynch
Género: thriller basado en hechos reales
Productora: Paramount Pictures / Warner Bros / Phoenix Pictures
El asesino que inquietó a Norteamérica
No se me ocurre mejor director que el estadounidense David Fincher para llevar a cabo una adaptación cinematográfica del celebérrimo caso del “asesino del Zodiaco”. Su minuciosidad, una constante definitoria a lo largo de toda su filmografía, queda patente en cada secuencia que compone Zodiac, fruto de sus dieciocho meses de investigación sobre los hechos reales y del estudio de la novela homónima publicada por el periodista Robert Graysmith, lo que redunda en una visión realista y sin embargo imbuida de una profunda cualidad cinematográfica. Antes que él ya se habían aventurado muchos -los más explícitos, Tom Hanson en la cinta de serie B The Zodiac Killer y Don Siegel en Dirty Harry, filme de apertura de la serie donde el virulento inspector, interpretado por el magistral Clint Eastwood, perseguía a “Scorpio Killer”; ambas estrenadas en 1971, cuando las noticias sobre el caso aún estaban candentes-, pero ninguno roza su grado de maestría. Una historia que no se ha ceñido al ámbito del cine, ya que son variadas las fuentes (desde la música hasta la televisión, pasando por la novela e incluso los videojuegos) y variopinto el nivel de referencia. Todo ello viene a hablar del tremendo impacto que este caso ha tenido sobre la sociedad y cultura yanquis desde que se desencadenaran estas terribles matanzas, a finales de la década de los sesenta.
Y es que (parte de) la compulsión exterminadora que atenazaba al misterioso homicida -cuya identidad, a día de hoy, permanece sin resolverse pese a las sospechas de las autoridades sobre varios nombres, en especial el de Arthur Leigh Allen, fallecido en 1992- nace, a su vez, de otra obra cinematográfica: The Most Dangerous Game (traducida en España como “El malvado Zaroff”). Se trata de una producción de la RKO del año 1932, adaptación de la historia corta escrita por Richard Connell en la que el propietario de una isla, interpretado por Leslie Banks, da rienda suelta a su instinto cazador… ejecutándolo sobre humanos. Esta peligrosa mitomanía cinéfila, unida a su conocimiento de la simbología -si bien en ocasiones aprovechado de manera absurda, acaso burlona, como el dibujo reticular con que firmaba habitualmente, que extrajo de la marca de relojes “Zodiac”- le llevó a cifrar una parte de las cartas que envió a la prensa después del intento de asesinato de siete personas, entre las cuales dos pudieron sobrevivir. En una de ellas codificó el siguiente texto, inspirado y extraído parcialmente de la referida obra: “Me gusta matar gente porque es mucho más divertido que matar animales salvajes en el bosque, porque el hombre es el animal más peligroso de todos. Matar algo es la experiencia más excitante. Es aún mejor que acostarse con una chica. Y la mejor parte es que cuando me muera voy a renacer en el paraíso y todos los que he matado serán mis súbditos. No daré mi nombre porque ustedes tratarán de retrasar o detener mi recolección de súbditos para mi vida en el más allá”.
David Fincher, empero, no pretende ahondar en el perfil psicológico del asesino. Por contra, el gran valor de Zodiac se encuentra en la manera en que captura, con extrema fidelidad y grado de detalle -radicado en un montaje lineal pero constante (e inquebrantable) en saltos temporales, que indaga en las pistas y sucesos esenciales; así como en una extraordinaria labor de ambientación de época, que se apoya sobre una fotografía de marcado carácter lúgubre- la paranoia social y periodística que supuso el caso. Impulsada por su notable plantel de actores (en especial Jake Gyllenhaal y un desaforado Robert Downey Jr.) y filmada bajo el patrón tranquilo, reposado y atento de las obras importantes, aun sin escatimar en un retrato de la violencia seco y desolador, el realizador de Denver sustituye la agresividad y el nihilismo propio del estilo neonoir que firmase en su magnífica Se7en (1995), por una versión autoconsciente, más madura y refinada del thriller policiaco. El resultado es una cinta algo más que recomendable. Sin duda uno de los mejores ejemplos del género en lo que llevamos de siglo XXI.