Beyond the Black Rainbow, de Panos Cosmatos

abril 11, 2019 por Roberto García-Ochoa Peces

Beyond the Black Rainbow es la llamativa carta de presentación de un cineasta que demuestra una clara predisposición por la experimentación audiovisual. Panos Cosmatos entrega un magnético thriller futurista con imágenes de una cualidad pegajosa y resbaladiza, en las que atrapar a su joven protagonista, recluida en un instituto de dudosa filiación. Es necesario ver (y disfrutar) de esta obra para entender la doble voltereta hacia atrás y sin red que ha llevado a cabo en su más reciente Mandy.

 
Póster de Beyond the Black Rainbow, dirigida por Panos Cosmatos

País: Canadá
Año: 2010
Duración: 110 min.
Director: Panos Cosmatos
Guion: Panos Cosmatos
Fotografía: Norm Li
Montaje: Nicholas Shepard
Música: Jeremy Schmidt
Intérpretes: Michael Rogers, Eva Bourne, Scott Hylands, Rondel Reynoldson, Marilyn Norry
Género: ciencia ficción, thriller
Productora: Chromewood Productions


 

Welcome to Arboria

El Instituto Arboria, regentado por el doctor Mercurio Arboria (Scott Hylands), tiene como objetivo último hacer feliz a las personas, aunque sea a costa de recluir a sus pacientes y experimentar con ellos tratamientos de hipnosis y anulación de la identidad. En ese estado se encuentra Elena (Eva Bourne), supervisada por el macabro Barry Nyle (Michael Rogers), discípulo del doctor Arboria. Ante los crecientes síntomas de presión y paranoia visibles en Nyle, Elena no tendrá más remedio que buscar la manera de escapar de las complejas instalaciones.

Reflejos y multiplicidades del mal en Beyond the Black Rainbow, dirigida por Panos Cosmatos

Bajo la compleja epidermis visual de Beyond the Black Rainbow late un aguerrido (neo)thriller, envuelto a su vez en una ficción sci-fi de manifiesta inspiración retro (la cinta se ambienta en el año 1983). Existe una evidente intención por parte de su responsable, el italo-canadiense Panos Cosmatos, de encarar el tratamiento y el estudio de la identidad del individuo, más específicamente su anulación a través de los métodos pseudocientíficos que deja entrever el filme, y en este sentido pueden leerse frases concretas que adelantan la configuración sicopática, cuasi demoníaca, que el doctor Barry Nyle terminará explicitando hacia el final: «déjame entrar en ti…», le espeta al violentado personaje interpretado por Eva Bourne en un momento dado, ante su imposibilidad física (también sentimental) de alcanzar semejante meta.

El arduo parto de ese trauma que le contrae y martiriza así como su alientante proceso de mutación se representan en el seno de un volcán en plena erupción visual, insuflado de una rica paleta de colores a través de la cual dibujar a los seres que pueblan este cruel relato sobre la dominancia: de un lado, una gama pálida —blancos profundos, azules débiles— con la que transparentar la virginidad de la joven muchacha en peligro; en el otro extremo, tonos duros —negros y rojos que se cruzan con violencia— para aproximarse al abismo interior del peligroso Nyle.

Eva Bourne en Beyond the Black Rainbow, dirigida por Panos Cosmatos

No son los únicos recursos que utiliza Cosmatos, el joven director hijo de George Pan Cosmatos —Rambo: Acorralado – Parte II (1985); Cobra, el brazo fuerte de la ley (1986)—, en su primera película, ya que no duda en machacar artificialmente el celuloide digital de sus imágenes, pero solo ocasionalmente, a modo de sutil advertencia sobre el herrumbroso origen de las grabaciones que tienen lugar en el interior del filme, no por casualidad un espacio que se revela extraordinariamente artificial. Aunque si aquellas consiguen alcanzar la potencia y el impacto deseado se debe en buena medida al enjundioso acompañamiento musical que compone Jeremy Schmidt; notas de sintetizadores que emulan las que John Carpenter ideara para algunas de sus producciones y que, cuando se conjugan con rigor, remiten incluso a una cierta imaginería lynchiana. Unos modos de representación y puesta en escena que, ocho años después, ha trasladado a su nueva realización, la no menos desbocada (y mucho más explícita) Mandy.

Lástima que la producción se vea lastrada por ciertos parones en su ritmo, visible en secuencias que se prolongan hasta un punto de no retorno, perdidas en su propia deleitación audiovisual. Una cuestión que se hace extensible a la conclusión del relato, brusca por incapaz de detener con sentido la espiral psicodegenerativa que padece su personaje protagonista (acongojante encarnación del televisivo Michael Rogers), finalmente (re)vestido de la clásica piel negra, en lo que supone un guiño plausible hacia la imaginería del giallo clásico. El último ademán fetichista de una producción agotadora y absorbente a un mismo tiempo.

La descomposición en Beyond the Black Rainbow, dirigida por Panos Cosmatos

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