Debuts directos al estómago y thrillers asiáticos sobrepasado el ecuador de Sitges 2019
octubre 11, 2019 por Roberto García-Ochoa Peces
Alcanzamos nuestro ecuador en Sitges 2019, que supone en la realidad entrar en la recta final del festival. Y por fin vislumbramos una obra de verdadero peso dentro de la Sección Oficial, caso del extraordinario debut de Carlo Mirabella-Davis con Swallow. Además, volvemos a introducirnos, otro año más, en el particular y atrayente universo que Quentin Dupieux plantea en Le daim, mientras que hay que recurrir a la estupenda sección Órbita para ver sendos ejercicios de estilo dentro del estimulante thriller de acción asiático: tanto la coreana The Gangster, the Cop, the Devil como la china (y muy esperada) The Wild Goose Lake fueron recibidas con generosos aplausos por parte del respetable.
The Gangster, the Cop, the Devil (Lee Won-Tae) – Órbita
Sitges siempre tiene a bien programar estimulantes thriller procedentes de Asia, para seguir dando visibilidad a una corriente muy en boga en los últimos años. Y el público casi siempre responde en consonancia. Es el caso de The Gangster, the Cop, the Devil, segunda realización del surcoreano Lee Won-Tae tras Man of Will (2017), que logró despertar los mayores aplausos que un servidor ha vivido al finalizar cualquier proyección de esta edición. Bien justificados en esta ocasión, porque nos encontramos ante un producto que lleva la palabra adrenalina impresa sobre la frente del trío de protagonistas al que hace referencia el título. Sudor, sangre y mucho dolor (físico) es lo que destilan las aceleradas pero bien llevadas imágenes que entrega el director, donde lo más importante reside en la claridad de su exposición a la hora de desplegar las múltiples y multitudinarias peleas que se suceden, y que suponen la gran baza de este contundente thriller con poso justiciero.
Swallow (Carlo Mirabella-Davis) – Oficial Fantàstic Competición
Filme que viene causando sensación en varios festivales de prestigio internacional, como Tribecca y NIFF (Neuchâtel International Fantastic Film Festival), con su protagonista Haley Bennet cosechando premios por su sufrida interpretación de una mujer-muñeca sometida a un auténtico patriarcado de familia bien, Swallow es el soberbio debut en el largometraje de ficción de Carlo Mirabella-Davis. Una propuesta que radiografía el terrible drama que padece Hunter, el personaje que esta interpreta, y que crece con el paso de los minutos para virar progresivamente de lo que podría haber sido un simple juguete de explotación genérico a una profunda y desoladora reflexión sobre la explotación humana, en este caso femenina, lo que dadas las circunstancias y contextualizada su historia concede una más que plausible lectura feminista al relato. Extraordinaria fotografía en tonos pastel evocadora de los melodramas norteamericanos de los años cincuenta, la cinta de Mirabella-Davis se sostiene sobre la referida interpretación y, pese a apuntar notas de humor que rebajen el impacto de ciertas imágenes, no exime un desarrollo medido a la perfección y un tono valiente con el fin de proclamar una denuncia universal algo más que necesaria. Para el arriba firmante, lo mejor de una Sección Oficial que no debería dejar sin premio a esta inteligente película, suerte de puñetazo literal en el estómago. Además, he tenido la oportunidad de charlar con el director, en una entrevista que verá la luz próximamente.
Le daim (Quentin Dupieux) – Oficial Fantàstic Competición
Quentin Dupieux es otro de los enfant terrible del festival. El año pasado ya acudió con Au poste, y este año toca el turno con Le daim, que tiene el ilustrativo título internacional de Deerskin. Y es que su protagonista (interpretado por un excelente Jean Dujardin) vive obsesionado por vestirse al completo con piel de ciervo, y así, con el paso de los minutos, va adhiriendo complementos a su chaqueta de flecos con el fin de seguir perfeccionando su killer style, según sus propias palabras. El desarrollo de la historia está a la altura de la loca (y simplísima) idea general que da forma a la misma, y a medio camino entre zarpazos de comedia cuasi surrealista y terror paródico, Dupieux teje una sarcástica y lúcida reflexión sobre la absurdez del metacine. Y de la vida misma. Otra jodida brillantez salida de la nada por parte de una de las mentes más imaginativas del panorama fantástico actual.
Les particules (Blaise Harrison) – Oficial Fantàstic Competición
Presentada en la Quincena de los Realizadores de Cannes, Les particles supone el primer largometraje de Blaise Harrison. Una propuesta de cine fantástico suave pero incisiva, donde seguimos el día a día de su joven protagonista (estupendo y muy creíble Thomas Daloz) y su grupo de amigos, que transcurre entre clases en el instituto, ensayos con la banda musical que estos componen y con la oficial de su localidad, y devaneos varios con las drogas. Todo ello, mezclado con el descubrimiento y posterior impacto que causa un centro del CER situado en las inmediaciones, da forma a un relato de tempo moroso que habla de la confluencia de realidades paralelas, lo que va a causar más de un problema al grupo. El problema es que el director no termina de decantarse entre ese fantástico puramente imaginario y el que es producto de la teoría científica asimismo expuesta, lo que desestabiliza una narrativa que aun así se toma demasiado tiempo en exponer los miedos del protagonista solo a través de su mirada. Pese a todo, es capaz de exhibir músculo (audio)visual en un par de escenas que sí logran cumplir el objetivo de la disgregación espacio-tiempo antes comentado.
The Wild Goose Lake (Diao Yi’Nan) – Órbita
El responsable de la excelente Black Coal (2014) crece un punto en su más reciente obra, The Wild Goose Lake, que se esperaba con ansia por el público local tras su paso por Cannes, donde cuentan que provocó que el mismísimo Tarantino se levantara de su butaca para aplaudir a su finalización. Se trata de otro relato policíaco insertado en la China actual, repleta de chanchullos indescifrables e inasumibles para el común de los mortales, que a través de una puesta en escena milimetrada y una fotografía de tono artificial (pero no por ello artificiosa), sigue la estela de un fugitivo de la justicia, que mata accidentalmente a un policía en una escapada. Quedan algunos planos memorables para el recuerdo -que bien podría haber filmado su compatriota Wong Kar-Wai-, pero es una lástima que el texto no dé más de sí y se antoje mucho más convencional que aquellos, por más que los responsables se esfuercen en conferirle una pátina de imposible amor y amargura, lo que se consigue a medias.
The Juniper Tree (Nietzchka Keene) – Seven Chances
Seven Chances son siete oportunidades para ver cintas de catálogo seleccionadas con suma delicadeza por la organización, involucrándose de pleno la Asociación Catalana de Crítica Cinematográfica. Requiere del denominado Pase Ticket, que se otorgan con cuentagotas a los medios más humildes, pero consideré oportuno reservarme uno de ellos para Cuando fuimos brujas, coproducción estadounidense-islandesa de 1990, dirigida por Nietzchka Keene y protagonizada por, entre otros, una aún desconocida Björk Guðmundsdóttir. Y no cabe arrepentirse de la elección, antes al contrario, es de recibo reivindicar a los cuatro vientos la extraordinaria y pulcra belleza de este cuento de brujas (o hadas, según se mire) que bebe del mejor cine de Bergman para hablarnos, de nuevo, de la condición humana, de la crueldad innata y de nuestra inexpugnable lucha por la supervivencia en el seno de un mundo del pasado no apto para el incomprendido o el diferente. Las varias secuencias oníricas que pueblan el relato así como la voz del reparto iluminan esta joya del cine recientemente remasterizada y que pronto verá la luz en salas de la mano de la distribuidora Capricci Cine.
Huachicolero (Edgar Nito) – Órbita
Edgar Nito es un joven cineasta mexicano cuya acreditación más destacada es haber filmado un segmento de la película México bárbaro (2014). Huachicolero, por tanto, supone su debut en solitario en el terreno del largometraje, y supone otro de los puñetazos al vientre que refiere el título de esta crónica. Esa extraña palabra alude a las personas (muchos de ellos jóvenes imberbes) que han de ganarse la vida extrayendo la gasolina que tanta falta hace en el país latinoamericano para la subsistencia de sus habitantes, lo que implica delinquir e inmiscuirse entre las mafias locales para ganarse la vida a duras penas. A Nito, pese a sus buenas intenciones en la exposición crítica de los hechos, se le nota la inexperiencia tras la cámara, y si bien es capaz de entregar algunas secuencias de sugerente poder visual (como las de lucha entre los implicados, con la gasolina brotando del subsuelo), revela cierto estancamiento en el modo de conducir el drama del personaje protagonista, acelerando y desacelerando su comportamiento en una narrativa claramente descompensada.