Crítica de Smile, de Parker Finn (2022)

mayo 20, 2023 por Roberto García-Ochoa Peces

Nuestro colaborador Federico Fornasari nos confesaba que quedó con la cara bien desencajada tras el visionado de la sorprendente Smile, la cinta de debut del estadounidense Parker Finn, estrenada en cines españoles en el último tercio del 2022. Ante semejante afirmación, no tuvimos más remedio que invitarle a desgranar el motivo del notorio impacto, y el resultado es una suerte de breve disertación en torno a la vertiente de la risa como elemento malévolo, antes que en su asumido (y reconocido) componente de felicidad, citando obras -no solo cinematográficas- para ilustrar el recuerdo que las inquietantes imágenes de este título puede llegar a evocar sobre la imaginación del vidente.

 
Póster de Smile, dirigida por Parker Finn

País: EE.UU.
Año: 2022
Estreno: 30-09-2022
Duración: 95 min.
Director: Parker Finn
Guion: Parker Finn
Fotografía: Charlie Sarroff
Música: Cristobal Tapia de Veer
Intérpretes: Sosie Bacon, Jessie T. Usher, Kyle Gallner, Caitlin Stasey, Kal Penn
Género: terror
Productora: Temple Hill Entertainment, Paramount Players

 

 

La risa no significa buena salud

Una película de terror puede hacer reír. Claro que sí. Pero cuidado, el cine es el mayor jeroglífico que existe. Se emparenta directamente con esos cuadrados o bloques de figuras mayas o egipcias, talladas y comprimidas, que contienen un significado que a su vez tiene variantes. El cine también puede ser eso, y mucho más, porque ese cuadrado visible o bloque rectangular que supone la pantalla está, a su vez, rodeado de elementos que pueden modificarlo; que figuran, podríamos decir, “fuera de campo”. Y en dicho espacio todo es posible. El cine, fascinante, al igual que los jeroglíficos, establece de una manera increíble la opción de dar distintos contextos al significado que exhibe, aun cuando muchas veces no se pueda traducir. Somos nosotros mismos los encargados de traducirlo, cuando conectamos y establecemos, en el “adentro y el afuera” con el horror, una especie de línea autoconsciente que permite jugar bajo todos los procesos mentales que nos conducen hacia ella. Una línea de risa y de terror: películas que horrorizan por las imágenes de risas que atrapan, porque detrás de la mueca se esconde algo maligno; o que también nos hacen reír (en lugar de llorar o gritar) de tanto miedo que la deformidad de un rostro provoca. Junto al terror puro y duro conviven risas insospechadas.

Una inquietante imagen de Smile, dirigida por Parker Finn

Caitlin Stasey hace que arranquemos Smile con una sonrisa… descompuesta


Pongamos de ejemplo a La matanza de Texas (The Texas Chain Saw Massacre, 1974), obra maestra del género y una gran exposición del poder liberador de la violencia en el cine.  El ataque de los caníbales libera a los protagonistas perseguidos de enemigos más molestos: el calor, los insectos, la tensión familiar, el tedio. Y de alguna manera, como una mueca insolente, tendemos a reír cuando el horror y la angustia del principio derivan hacia el paroxismo final en el que la chica grita durante varios minutos musicalizando el desenlace. Se podría decir que es una película felizmente terrorífica: provoca horror y risa. Una risa nerviosa, liberadora, si bien, a un mismo tiempo, aterradora.Sin mayores pretensiones, Smile (2022), la excelente cinta de terror puro estrenada este mismo año, escrita y dirigida por el debutante Parker Finn a partir de su cortometraje del año 2020 Laura Hasn’t Slept, que ha podido crear aparentemente sin limitaciones creativas impuestas por Paramount, se centra alrededor del personaje de Rose Cotter. Interpretado por Sosie Bacon, hija del gran Kevin Bacon, supone una gran actuación en un acongojado papel que aquí es el de una psiquiatra que irradia pesadumbre y carga con un trauma del pasado que potencia su insomnio, como consecuencia de las guardias pasivas que realiza en un hospital de salud mental. Así, al final de una jornada demoledora, arriba en camilla al nosocomio una joven (Caitlin Stasey) con un ataque de nervios apenas controlable gritando que va a morir porque una entidad siniestra amenaza con liquidarla. Se arrastra e intenta defenderse de ese “algo” que no se ve pero se siente. De golpe, erguida y tiesa, deforma su rostro con una sonrisa alienante y adopta una truculenta decisión de muerte imposible de evitar por la Dra. Cotter (Bacon), quien luego de dicho “accidente laboral” fatal comenzará a experimentar la peor de las vivencias con independencia de quien se rodee, ya se trate de su pareja, su gato, su hermana o su sobrino. La idea de perder el sentido de identidad, de no reconocer el mundo que la rodea y no poder confiar en la propia realidad ante la posible existencia del horror que se transmite a través de alguien que ríe, es una puesta en escena, rigurosa y ardiente, de lo inasible que puede generar el desdoblamiento de rostros.

Sosie Bacon en Smile, dirigida por Parker Finn

O al menos eso es lo que parece experimentar Sosie Bacon


En Historia de la locura en la época clásica (Tomo I, Breviarios del Fondo de Cultura Económica, México, sexta reimpresión en Argentina, año 2006), Michel Foucault dice que en el momento en que la duda o lo inexplicable enfrentaba a Descartes a grandes riesgos, trataba de tomar conciencia de que no podía estar loco, aunque reconocía aún durante mucho tiempo que todas las potencias del mal y hasta un genio maligno rondaban alrededor de su pensamiento. Pero en tanto que filósofo, y tendiendo el propósito resuelto de emprender el camino de la duda, él no podía ser uno de esos “insensatos”.¿Le sucede al personaje encarnado aquí por Sosie algo similar? Es muy posible, dado que, en su profesión, como le ocurre al filósofo, trata de recuperar la cordura hasta que advierte que la imagen de la risa puede haberse heredado de los misterios de otra cultura, de otra época, de otra mentalidad. Y se resigna entonces ante la posibilidad concreta de una manifestación inexplicable, demoníaca, transmitida con insidia sin importar los colores o procedencias del envase humano. Como las carcajadas malévolas de los bufones en los ámbitos monárquicos del medioevo (pueden apreciarse imágenes de los mismos en este filme); o de la misma forma que las motivaciones del “payaso” Conrad Veidt del siglo XVIII, desfigurado por un rey durante su infancia que le legó una sonrisa monstruosa en la excepcional El hombre que ríe (The Man Who Laughs, 1928), de Paul Leni, obra cumbre del cine mudo que inspiró al famoso Joker, otra figura cuyo gesto impiadoso del rostro anuncia la muerte; o incluso la risa deforme del vengativo noble Guy Rolfe en El barón Mr. Sardonicus (Mr.Sardonicus, 1961), quien se ve obligado a enmascarar una grotesca mueca permanente en su rostro por haberse dejado tentar por la codicia.

Una estremecedora imagen de Smile, dirigida por Parker Finn
 
La Dra. Cotten advierte su condena, indaga y busca respuestas en los traumas de su realidad ahondando en lo fáctico. Hay dibujos catárticos de los poseídos, y eso le cambia el método. En el pasado la risa obtenía un determinado sentido religioso, casi ritual, y el advenimiento del oscuro cristianismo medieval, sin indulgencias, agregó que la risa era privativa de la Muerte y el Diablo, y que Dios no reía porque deformaba las facciones del hombre, creado a su imagen y semejanza, y lo emparentaba a los simios. Ello se plasma en El nombre de la rosa (Jean-Jacques Annaud, 1986), basada en la novela de Umberto Eco y en los argumentos teológicos del Venerable Jorge (Feodor Chalapin Jr.), quien prohíbe reír en la sórdida abadía donde el demonio ronda borrando cualquier atisbo de sonrisa y felicidad.

Smile, grata sorpresa dentro de los edulcorados productos de género actuales, se bifurca por tales senderos. El clima malsano y la atmósfera que irradia un guion bien construido y parejo, como los clásicos de antaño, remite, no sólo en la trama, a buenos exponentes de principios de este siglo como la versión norteamericana de The Ring (La señal, 2002, conocida en Argentina como «La llamada»), dirigida por Gore Verbinski, y su todavía más que reivindicable secuela del año 2005, La señal 2 (The Ring 2), realizada por Hideo Nakata, responsable a su vez de la original El círculo (Ringu, 1998), así como también a la interesante It Follows (2014, David Robert Mitchell). La obra de Parker Finn, virtuosa en la sombra de su locura, deja asimismo en evidencia que la risa no significa buena salud.

Federico Fornasari

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