El creador de la idea detrás de A Quiet Place, John Krasinski, se aleja del foco principal en esta nueva entrega de la saga, que viene a mostrar el origen de la invasión alienígena que asoló a nuestra especie, amenazando con destruirla a partir del más leve de sus ruidos. Michael Sarnoski, quien debutara en 2021 con la intimista cinta de venganza protagonizada por Nicolas Cage Pig, es el nuevo responsable de las imágenes y firmante del texto detrás de Un lugar tranquilo: Día 1, título que no depara demasiadas sorpresas en lo relativo a su historia y particular devenir, pero algunas de cuyas instantáneas legan una serie de virulentas parábolas nada amables para con nuestra condición como especie y los estratos de clase que luchan en su seno.

País: EE.UU., Reino Unido
Año: 2024
Estreno: 28-6-2024
Duración: 100 min.
Director: Michael Sarnoski
Guion: Michael Sarnoski
Fotografía: Patrick Scola
Música: Alexis Grapsas
Intérpretes: Lupita Nyong’o, Joseph Quinn, Alex Wolff, Djimon Hounsou, Elijah Ungvary
Género: supervivencia animal de la especie humana
Productora: Paramount Pictures, Platinum Dunes, Sunday Night
HAMBRUNA DE PIZZA
En 2018 el cineasta estadounidense John Krasinski cambiaba comedia por terror a través de la muy estimable Un lugar tranquilo (A Quiet Place), colaborando asimismo en la escritura del guion y situándose delante de las cámaras en un papel protagonista. Esta historia, poco novedosa, de invasión alienígena con monstruos de intenciones poco amigables para con la especie humana, sí logró, empero, captar la atención del aficionado a raíz de la original propuesta que reflejaba cómo estos atacaban a sus víctimas guiándose exclusivamente a partir de su sentido del oído, lo que propició un interesante ejercicio de tensión merced a una puesta en escena consciente de este potencial.
Dos años después, aunque sin él ya como intérprete, prolongaría la cuestión con una secuela que seguía los avatares de supervivencia de la misma familia, pero añadiendo a la balanza el peso de la lucha y los conflictos que en semejante coyuntura nacen en torno a nuestros semejantes, lo que deparó resultados similares si bien exento de su mayor baza: el efecto sorpresa. Y ahora, en el verano de 2024, llega a la gran pantalla el que, por el momento, se erige último capítulo de la saga, que retrotrae la historia a sus inicios y la sitúa en el estallido del terror acaecido en el centro de Nueva York, pero ya con su ideólogo retirado de la primera plana (acaso sabedor del agotamiento que acarrea la formula), si bien reservándose un puesto como uno de los productores y sin abandonar el crédito como corresponsable de la historia, que cede definitivamente a su colega Michael Sarnoski -visto en la reciente cinta infantil Amigos imaginarios (IF), obra con la que Krasinski regresa a terrenos más amables en la ficción-, el nuevo firmante en solitario de la dirección y el texto de Un lugar tranquilo: Día 1.

La mayor diferencia de esta nueva entrega respecto a las anteriores radica en una narrativa más contemplativa y en una contención más apreciable en el terreno de la acción, y que sirven a su nuevo responsable para ofrecer una serie de interesantes lecturas paralelas respecto a la sociedad de hoy, con intenciones bien visibles ya desde el arranque, con esos planos generales aéreos que muestran la ensordecedora, antes que bulliciosa, actividad de la capital del mundo. Acaso la aproximación a los extraterrestres sea incluso más frontal y cercana -hay primeros planos de sus resquebrajados cuerpos y fauces, y primerísimos planos de la acongojante morfología interior de los mismos, por más que los efectos digitales no siempre jueguen a su favor-, y buena parte del concepto de la tensión y el miedo que se pone en escena nacen de esta concepción; sin embargo, no funciona mejor que en los momentos donde la protagonista, afectada de una enfermedad terminal que sabe transmitir con afectada credibilidad Lupita Nyong’o, trata de pasar desapercibida de los mismos, refugiándose a sí misma y a su gato -elevado a la condición de coprotagonista, y logrando despertar en el vidente, dicho sea de paso, bastante más cariño e interés que un cariacontecido Joseph Quinn- de una amenaza exterminadora y constante.

Pero, toda vez de sobra conocido el discurrir de los hechos y el modo de supervivencia que han de emprender los personajes, lo que queda es la visión que de los mismos se plantea, así como la idea que se desprende del relato, ilustrada, de manera harto visible, a partir de varias secuencias representativas. Respecto al primer apunte, si en las dos primeras cintas de Un lugar tranquilo se seguían los pasos de una familia norteamericana, digamos, de clase media (si asumimos que, al menos en la ficción, semejante concepto sigue siendo posible), en Day 1 el protagonismo lo ostenta una joven enferma terminal de cáncer, y negra, para más inri; es decir, poco menos que un paria de la sociedad, o, más en concreto, un fantasma que la atraviesa -más aún de ESA sociedad, desprovista de cualquier clase de protección o régimen de beneficio social-. La cámara se refugia, pues, junto a una suerte de cadáver andante, alguien cuyo destino natural ya está escrito, y a quien unos seres extemporáneos, masas deformes absolutamente inmisericordes y que no conocen algo parecido a la compasión, arribadas con el único objeto de exterminar cuanto se mueve a su alrededor, vienen a poner fin por adelantado. Pero ella tiene el coraje de resistir y luchar un poco más, siquiera -y he aquí el guiño definitivo hacia la clase proletaria y su manual de resistencia no escrito- por poder comer el último trozo de pizza, según el antojo previsto antes del incidente.

Semejante planteamiento, elocuente y brillante a un mismo tiempo, junto a un par de esclarecedoras tomas, vienen a definir la película en su conjunto. Mediado el metraje, la masa de la población deambula silenciosa, cual horda de muertos vivientes, en una misma dirección sin rumbo establecido, calle adelante; pura inercia colectiva. Nuestra heroína y su avispado Frodo -quien a veces se toma sus propias libertades, como todo buen felino- discurren, sin embargo, a contracorriente, y parecen refugiarse del contacto humano porque ello puede resultar letal, abrazando solo la ayuda del personaje encarnado por Quinn, hacia quien, precisamente, el delicado animal ha servido de unión sentimental en el seno de una devastación imprevista y terrible. Más adelante, ya asomando el final, y sin detallar lo sucedido dado que en esta página somos enemigos del spoiler, existe un abrazo. Un enorme abrazo humano, grupal y que se retrata sentido y solidario de manera autoconsciente, uniendo felizmente lo diferente porque solo así el colectivo se puede hacer más fuerte y erigirse vencedor (o resistente, cuando menos). Y enfocado en contrapicado, invirtiéndose así el orden (pre)establecido en esta maldita sociedad que nos ha tocado vivir. Acaso no sea necesario la fatal avenida de monstruosos invasores venidos del espacio exterior para llegar a darnos cuenta de las desigualdades existentes e intentar poner freno a las mismas cuanto antes. O justo al contrario.


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