Seguimos avanzando y arrancamos la segunda semana del festival, donde por fin encuentro los primeros títulos que de verdad me llaman la atención de todo lo visto estos días, caso de la cinta de ciencia ficción francesa Meanwhile on Earth o la contundente Steppenwolf, proveniente de un mercado tan poco conocido como el de Kazajistán. Esta crónica corresponde a los días lunes 7 y martes 8, y aunque se detiene especialmente en películas exhibidas dentro de la Sección Oficial, sigue prestando atención a Nuevas Visiones y, como novedad, Órbita, donde tuve el acierto de seleccionar, además de la segunda referida, The Kingdom, sobre la mafia corsa. Tras esta publicación, ya solo quedarán dos días más de estancia en Sitges, tras los cuales saldrá un último texto antes de que se den a conocer los premiados de esta 57 edición.

Sister Midnight (Karan Kandhari) – Oficial Fantástico a competición

Cine indio para desayunar la mañana del lunes. Sister Midnight podría filtrarse en opinión prejuiciosa como una comedia que retiene cierta veta crítica para con el papel de la mujer en una sociedad superpoblada y, en cierta medida, anclada en valores aún muy tradicionales como esta. Pero en verdad hay más bien poco de este género, al menos de manera voluntaria; de hecho, lo crudo de la situación planteada -el retrato de una mujer sometida a un matrimonio por compromiso ante un marido ausente del que se quiere liberar a toda costa- es aprovechado por su director para abrir la ventana al fantástico y, de esta manera, permitir respirar tanto al espectador como al propio relato. Pero, de nuevo, se trata de un fantástico tan leve que parece metido con calzador y manifiesta difícil encaje en el conjunto, pese a que sirva para despertar, al menos, la sonrisa cómplice del espectador.
Meanwhile on Earth (Jérémy Clapin) – Oficial Fantástico a competición

Desde Francia llegó Jérémy Clapin, experimentado realizador de cine de animación que ya tuvo una muy buena acogida en 2019 con ¿Dónde está mi cuerpo?, para presentar su nueva obra, incursión en la imagen real. Meanwhile on Earth es de las pocas cintas vistas hasta el momento que es capaz de desprender un halo de magia de sus imágenes, que siguen de cerca la existencia de una joven que ha perdido a su hermano en una misión espacial. Pautada con delicadeza pero sin renunciar a introducir alguna secuencia extrema -con fin cáustico para con la figura del depredador sexual-, son apenas 90 minutos donde este original relato de ciencia ficción se apega a lo terrenal para ahondar en el sentimiento de pérdida, amor, belleza y tristeza, todo entremezclado en un cóctel maravilloso al que Clapin quiere sumar esa animación que tan bien se le da para redondear una experiencia embaucadora. Casi con toda seguridad, mi título favorito de la competición oficial.
Steppenwolf (Adilkhan Yerzhanov) – Órbita

Órbita va a ser una sección poco explorada para mí en esta edición. Normalmente prefiero dedicar el preciado tiempo disponible a cintas de la Sección Oficial y Nuevas Visiones, pero hay ciertos títulos que vienen precedidos de cierta fama a su paso por otros festivales, o bien mediante recomendación directa, que son relegados a otras secciones, por lo que no puedo desperdiciar la, probablemente, única ocasión de que vaya a disponer para disfrutarlos en pantalla grande. Es el caso de Steppenwolf, filme de una cinematografía tan ajena al mundo occidental como la kazaja.
Adilkhan Yerzhanov es un prolífico cineasta de este país asiático que ya logró llamar la atención internacional merced a Assault (2022), y ahora regresa con esta que nos ocupa, que supone su película número quince en doce años. El título deriva del original alemán «El lobo estepario», la novela de Hermann Hesse publicada en 1927 y que cita en los créditos de inicio. Y su trama sigue a una suerte de lobo solitario y exterminador, al que una mujer encarga una misión para recuperar a su hijo desaparecido en mitad de las guerras internas que padece un país dominado por la violencia desde su gobierno. Yerzhanov entrega dureza y crudeza, encargándose de retratar con suma frialdad las múltiples ejecuciones que se suceden en el filme, pero insuflando a sus imágenes de un visible estetiticismo muy deudor de Nicolas Winding Refn, en particular Drive (2011), de la que el kazajo fusila alguna situación. Pero tampoco se olvida de los clásicos y, así, abre una puerta al desierto reclamando el poder de las instantáneas de Centauros del desierto (1956), y es que también hay mucho de Ford en sus imágenes, así como del wéstern en general. A medio camino entre este género, la revenge movie y el drama político, Steppenwolf pisa extraordinariamente fuerte sobre las baldosas de Sitges.
Daniela Forever (Nacho Vigalondo) – Oficial Fantástico a competición

El regreso de un clásico como Nacho Vigalondo al festival tras Colossal (2007) y Los cronocrímenes (2007) es una comedia dramática con base en una historia de ciencia ficción que me ha resultado entretenida como pocas en esta edición (lo cual no está siendo muy difícil teniendo en cuenta la mediocridad de la Sección Oficial). Si nos ponemos exquisitos, cosa que debemos exigirnos siempre en estas líneas, a la sazón el texto de Daniela Forever resulta repetitivo y su puesta en escena también, prolongando en demasía situaciones cuya contención hubiera jugado en su favor, pero es sinónimo del intento de aportar seriedad a esta historia de pérdida e intento de recuperación de la imagen de un ser querido. Asumiendo claros ecos de un filme-icono en la materia como Olvídate de mí (Michael Gondry, 2004), y entremezclado lapsos espacio-temporales propios de Origen (Christopher Nolan, 2010), Vigalondo es capaz de aportar frescura y buen hacer desde una planificación sencilla pero eficiente, mezclando dos formatos (y textura) de pantalla diferentes en función del tiempo narrado y su relación para con los personajes. Buen sabor de boca.
The Kingdom (Julien Colonna) – Órbita

Regresamos a Órbita con otro gran SÍ. Le Royaume es una cinta que explora la complicada realidad de la mafia de Córcega adoptando el punto de vista de la joven protagonista, hija de uno de los gerifaltes responsables de los sangrientos conflictos que emergen en la zona. Dotada de una reseñable delicadeza merced a este quebradizo hilo conductor, Julien Colonna, debutante en el largometraje, elabora un arco de creciente tensión narrativa toda vez ha logrado generar nuestra empatía con la «familia» protagonista, compuesta por perfectos asesinos en serie que han defender su statu quo entre baños y fiestas de guardar. Si por algo me ha logrado conquistar este título, no obstante, es por la naturalidad que demuestran sus imágenes a la hora de manifestar el cariño humano entre un padre y su hija. Con independencia del rol con que a cada uno de ellos le haya tocado, forzadamente, convivir en el seno de la sociedad que le ha visto nacer y crecer.
Sew Torn (Freddy Macdonald) – Noves Visions

Otro debut, en este caso del joven realizador norteamericano Freddy Macdonald, que ha parecido cosechar buenas críticas a su paso por el South by Southwest Festival o Locarno. Siento disentir. Aunque el planteamiento es bueno (una costurera se ve forzada a tomar una decisión drástica, lo que deriva en otra serie de situaciones peligrosas, que a su vez se hubieran evitado de haber tomado una decisión inicial diferente; la vida misma, vaya), y la puesta en escena está trabajada en el apartado fotográfico, se hace notar la cuestión juvenil en cada instantánea, a partir de unas imágenes poco reposadas que buscan el gancho fácil del espectador cómplice. Precisamente como el que mayoritariamente se reunió en la sala este martes por la mañana, con notable presencia de estudiantes. Quizá por ello sus costuras resulten más visibles, su artificiosidad salga a relucir en cada nueva escena y su estructura circular se antoje previsible desde la secuencia de apertura para alguien experimentado, pese a que a unos ojos menos fatigados puedan llegar a apreciarla y disfrutarla como su director esperase (e, insisto, en general sucedió).
She Loved Blossoms More (Yannis Veslemes) – Noves Visions

Una de las anécdotas que recuerdo con mayor frecuencia junto a mi inseparable compañero de batalla, Alfredo Paniagua (FiebreDeCabina.com), es la de la charla que mantuvimos tras la proyección del filme griego Norway; un animado (y muy necesario) café después de un pase a las 8 de la mañana allá en el lejano 2014, necesario para asimilar semejante psicotrópico vampírico. Pues bien, le ha llegado el turno a su realizador, Yannis Veslemes, de prolongar el mito, y a ciencia cierta no nos ha defraudado en su particular envite. Subió al escenario a comentar que She Loved Blossoms More era incluso más rara que aquella, y que requería que nos sentáramos con reposo para «disfrutarla». Parecía increíble, pero no nos estaba engañando: su segundo largometraje está concebido para dejar noqueado al espectador a raíz de sus delirios (audio)visuales -que tanto está echando en falta un servidor estos días-; un trip en toda regla que se enorgullece de su cualidad alucinógena al insertar el comentario explícito sobre las drogas en su relato en tornos a tres hermanos que construyen y experimentan con una rutinaria máquina de viajes en el tiempo, cuestión en la que se entremezcla un personaje femenino en discordia, para sumar el sexo libre al conjunto.
En la práctica, resulta de todo punto imposible asimilar una película así en la vorágine del festival de Sitges, pero sin duda es de las que más me apetecerá revisar en un futuro no demasiado lejano de cara a sonsacar (y disfrutar en su justa medida) los múltiples ecos y referencias artísticos de los que consume con fruición Veslemes. Pero queda claro que será condición necesaria rechazar el estado de sobriedad para establecer una plena conexión.
