Cortópolis III. Marzo 2013.

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Nueva reunión para los amantes del ambiente festivo del cine en esta tercera edición del Festival Internacional de Cortometrajes de Madrid, Cortópolis. No parece que ya hubiera transcurrido un mes desde la anterior cuando, de repente, nos plantamos de nuevo en las puertas de Kinépolis para disfrutar de una agradable sesión de cortometrajes.

Cualquier asistente habitual a este certamen (y estoy casi convencido de que Cortópolis juega a las mil maravillas la baza de la fidelización, por lo que mes tras mes aquí nos cruzamos las mismas caras conocidas) ya sabe acerca de sus sellos característicos, puede que el principal, su ambiente desenfadado, amistoso y de fácil acercamiento entre creadores y público; es por eso que no insistiré en remarcar este punto. La otra gran baza, la que se erige como gran propuesta del festival, es la programación de trabajos de alta calidad. Lo pudimos comprobar en las dos sesiones anteriores -especialmente en la del mes pasado-, y sin embargo, ha sido esta tercera edición la que se ha resentido en este aspecto, sin llegar a desfallecer en ningún caso.

Y es que conviene no confundir: todas y cada una de las pequeñas películas que se pueden ver en Cortópolis están paridas bajo un palpable signo de profesionalidad y a raíz de un nada desdeñable esfuerzo colectivo. Estas cualidades saltan a la vista desde el mismo acabado visual de los cortos. Pero la impresión general que queda tras contemplar los trabajos exhibidos en marzo, es la de la falta de consecución de las ideas que proponen los mismos, la ausencia de un sostén mayor que los dé vuelo alto, que nos atrape ante la pantalla como antes sí ocurrió. En este sentido, es menester la comparación con su inmediato predecesor, y es perfectamente asumible que tras el excelente grado de conjunto que pudimos vivir en la sesión de febrero, asemejar ahora esa cota de calidad de la programación resulte una tarea harto complicada; no obstante, esto debe suponer un reto para la organización, puesto que, no olvidemos, Cortópolis juega una carrera de fondo en el mundo cortometrajístico a nivel mundial (lo cual no es poco decir), y es por eso que las posibilidades para abril ganan enteros a cada nuevo día que pase hasta entonces.

Esther Collado, la guapa presentadora
Esther Collado, la guapa presentadora

Con la ya no novedad que supone el cambio de presentadora (ahora una atractiva y gestual Esther Collado) y con la leve evolución del bebé que ya no es tal amenizando la gala (esta vez abandonó el punto soez en sus comentarios… aunque tampoco del todo), a lo que se sumó el conocimiento del resultado del premio del público de la pasada edición -que fue a parar, cómo no, para el flamante ganador del Óscar, Curfew-, comenzó sin más dilación la proyección. Cinco trabajos en cartel, más tres piezas fuera del mismo, una de ellas “a traición”. Ocho cortometrajes en total, uno más que en la segunda edición, y dos de diferencia con respecto a la primera; todo ello en apenas dos horas, algo que habla bastante bien de la buena dinámica que tomó la velada, durante la cual el público pareció más entregado que en anteriores ocasiones, al menos por momentos. Consecuencia directa de una programación ecléctica pero más bien orientada a arrancar esa sonrisa a la que todo buen creador aspira; y en ese sentido, la organización se marcó un tanto. Desgranemos, en riguroso orden, la exhibición:

De 0 a 100 (Ángel Caballero y Oiana Esparza). Empezamos con la primera sorpresa de la noche. Una denominada “webserie”, lo que hace presuponer que habrá ocasión de seguirla en posteriores capítulos por internet. Lo cierto es que la proyección del primero logró descolocar al respetable en general, y a un servidor en particular. De 0 a 100 es una suerte de thriller con robo, elevada conversación de restaurante más romance insospechado. Una combinación manida pero de claro interés, si no fuera por su realización plana y de falso esteticismo, donde el buen hacer de determinados planos se confunde con la ausencia de garra o verismo en la narración de los sucesos; todo parece demasiado impostado como para mantener nuestra atención, aparte del hecho de su irresolución, lo cual suma para la confusión general. Así, no es ninguna coña proclamar que este trabajo como mejor funciona es como un efectivo spot de la marca de coches que lo patrocina (esos planos laterales de entrada del vehículo en el frame, o ese interior que realza el volante y su sello…); pero como cortometraje para el festival, francamente, queda bastante escaso. Sin ningún género de dudas, lo peor que se ha podido ver en las tres ediciones del festival. Punto negativo para Cortópolis.

unreflejodeti_poster_rUn reflejo de ti (Ramón Rodríguez). Primer trabajo de los cinco con programación oficial. Seguramente, la mejor planificación de la noche. La manera en que la protagonista (Nani Jiménez) entra en el plano inicial; el suave movimiento circular que efectúa la cámara alrededor suyo, para situarla frente al espejo también protagonista; el juego del enfoque/desenfoque con ella respecto al protagonista masculino (Daniel Grao); y finalmente, el enfrentamiento de caracteres que se establece en el plano, hacen de la filmación de Un reflejo de ti lo mejor de su propuesta. Lamentablemente, la situación en sí y su desenvoltura final no da para tanta diatriba conforme a la discusión que se establece entre la pareja protagonista, por más que el guión juegue la baza de la metáfora del cambio personal como telón de fondo. No obstante, logra dejar un muy agradable sabor de boca, tanto por la buena labor de la pareja protagonista como por la elegancia general que desprende.

familiar_poster_rFamiliar (Richard Powell). El guionista y director Richard Powell nos entrega una dosis de introspección envuelta en la más desagradable fuerza bruta. Podrían distinguirse tres etapas a lo largo de los 24 minutos de vida de este corto. La primera, la más normalizada visualmente aunque quizás la más violenta y valiosa en cuanto al texto se refiere -un padre de familia tiene pensamientos algo más que odiosos con respecto a su mujer, embarazada, y su hija- apunta una similitud con el Kubrick de El resplandor: no parece casual que el protagonista se llame John, ni que el físico de su intérprete, Robert Nolan, tenga cierto parecido con el de Jack Nicholson, así como tampoco parece baladí ese ambiente de índole claramente malsano, in crescendo, que avecina una más que posible catástrofe familiar. El bloque medio supone el punto de ruptura de la narración, que vira en un camino infernal de no retorno hacia el abismo de la autodestrucción, ahora explicitada desde lo físico en un estilo que bebe directamente del Cronenberg de los 80. Finalmente, la cinta concretiza el horror que este bloque anterior presuponía, en una muestra cuasi gore (aguerrido trabajo de insania y asquerosidad presente en los últimos fotogramas) que sitúa nuestra mente en algún momento de alguna reputada cinta perteneciente a alguna famosa saga de ciencia-ficción. Sin ninguna duda, lo mejor de la velada, cuya proyección solamente se vio empañada por unos subtítulos abominables, que era mejor no leer si no se quería perder la baza de algunas de las líneas del guión.

doblecheck_poster_rDoble check (Paco Caballero). Pequeña comedia de situación, ubicada en un bar, y protagonizada por una joven pareja, en donde él propicia una discusión con ella a raíz de la conocida aplicación de móvil WhatsApp. Sabe jugar sus bazas en muy poco tiempo, haciendo uso de la más rabiosa actualidad para hablar de un tema absolutamente universal: los celos y las rupturas sentimentales. El guión no da para mucho más y simplemente hace efectivo el juego que propone con el espectador, quien seguramente haya podido vivir alguna situación similar. Si bien habría que puntualizar que la explicación que se da del título del cortometraje y que propicia todo su desarrollo posterior es erróneo, puesto que el consabido “doble check” no indica lectura del mensaje sino simplemente la recepción del mismo por parte del destinatario. Bromas aparte, fueron cuatro minutos de muy bienvenido relax tras la gravedad y el sufrimiento que habíamos visto en Familiar. Un giro más que adecuado, necesario, por parte de la organización.

laalfombraroja_posterLa alfombra roja (Manuel Fernández e Iosu López). Parece que Cortópolis se ha acostumbrado a programar un trabajo de temática social en cada edición, y esta tercera no ha sido una excepción con La alfombra roja. Un documental sobre una de las niñas actrices de Slumdog millionaire (Danny Boyle, 2008), que al parece estuvo presente en la conocida alfombra roja de los premios Oscar que finalmente ganó esa película. Un lujo que contrasta de manera devastadora con la situación que se vive en algunas de las zonas de Bandra (Bombay), lugar de origen y “residencia” de la pequeña, de 12 años de edad. Miseria, hambre, chabolismo por imperiosa necesidad y muerte, todo ello retratado a través del testimonio en primera persona de la joven, lo que supone una muy loable cura de humildad para la sociedad del denominado Primer Mundo, por mucha crisis en la que estemos inmersos. Ciertos poderes de algunos de los países más poderosos del mundo, así como otras instituciones del ámbito internacional, deberían preocuparse por intentar arreglar ignominias de esta clase, en lugar de dedicarse a otros menesteres monetarios de más fácil recaudación. Pero como éste no es el ámbito pretendido de este comentario, simplemente reseñaré que, más allá de la capacidad concienciadora y bienintencionada de este trabajo, hace falta algo más que el acto de filmar la miseria y captar primeros (y bonitos) planos de los rostros de la desdicha para llegar al fondo de la cuestión; y es que, como creadores, se debe pronunciar un discurso propio, dejar un sello o una marca de agua representativa, una lucha en torno a la cual establecer una disyuntiva o cercar un problema que, sin duda, tiene muy difícil solución y, desde luego, nos atañe a todos y cada uno de los integrantes de este injusto mundo en el que vivimos.

lajinetera_posterLa jinetera (Oriol Puig). Llegó el “corto a traición” (nueva denominación con respecto al “clásico” de la anterior edición; sin duda un acierto). Todo un soplo de aire fresco, joven, incisivo, mordaz, original, chistoso y, por qué no, por momentos hilarante. Una falsa historia de “crowfunding” (método cada vez más extendido en las redes sociales de internet para intentar producir un trabajo mediante aportaciones económicas de personas desconocidas, que pasan desde ese momento a ser “productores” y ayudan a que la obra en cuestión pueda ver la luz) de un audiolibro llamado “La jinetera”. Con una aureola de imaginería visual cubana (por supuesto, Ché Guevara incluído), un joven residente en un piso que pudiera pasar por el de un estudiante nos cuenta el trauma de su compañero, que se vio poco menos que arruinado por “jinetear” a una buena cubana tiempo atrás. Semejante argumento es puesto en escena con mucha gracia y no menos ritmo, servido en base a unas actuaciones contenidas y a unos diálogos secos y paridos desde la falsa pesadumbre, que consiguen justamente la risotada del respetable, cuyo disfrute y jolgorio estará asegurado. La pieza más agradable de toda la noche, un momento de diversión sin freno y, lo mejor, del todo inesperado.

asternauts_poster_rAsternauts (Marta Masferrer). Con una producción muy cuidada y enraizado en una atmósfera muy Amblin, Asternauts nos narra básicamente una historia de amistad. Tan simple y tan certero. El cielo, las estrellas, las naves espaciales, los extraterrestres o los satélites no son sino meros pretextos para desplegar el terreno hacia la emotiva naturalidad de una relación de vecinos pura y sin ambages de ninguna clase. El cortometraje de Marta Masferrer tiene su gran baza y su mayor debe precisamente en esa característica central, que lo compone enteramente: todo lo que rodea a los protagonistas carece de importancia y se deja de profundizar en ello, porque lo que de verdad importa es la manera en que ambos se relacionan, sus diálogos (convencionales, en ningún caso demasiado inspirados) y su leve aventura en busca de la otra realidad; una manera de autentificar la propia existencia, de seguir disfrutando con lo que uno tiene, y de ser feliz con ello. La vida, probablemente. Pero sin el punch último que nos arrastre al ko definitivo, que entregue de una vez nuestros corazones a ese par de bonachones.

fistofjesus_poster_rFist of Jesus (David Muñoz y Adrián Cardona). Tras el éxito que supuso Brutal relax, su anterior cortometraje, David Muñoz y Adrián Cardona reinciden en la temática y la brutal presencia visual de aquél, sólo que aderezándolo esta vez con la imaginería religiosa más conocida. Así, se mezclan aquí los peces con los zombis y las cruces con las vísceras, para conformar una amalgama de diversión excelente en cuanto al maquillaje y los efectos, y sin mayor pretensión que la del desenfreno. Poco más se puede decir de un trabajo que, literalmente, explota en su tramo final en un baño de rojo sangre que hará las delicias de los fans del cine más trash y macarra. Tiene su gracia, pero juega sus principales cartas a raíz de la repetición de tomas y puede llegar a resultar cansino en tanta visión tremebunda, prefiriendo invertir su tiempo en la acumulación en lugar de apuntalar algunas de las mordaces ideas que esparce a lo largo de su discurrir. No obstante, es de suponer que los autores no pretendían criticar a ningún estamento, ideología o pensamiento sino tan sólo reírse de ello (y con ello), por lo que han clavado sus pretensiones originales. Contundente y entretenido broche para este tercer Cortópolis.

Cortometrajes estimables, todos con algo bueno que aportar, pero ninguno excesivamente destacable en esta ocasión. Y a pesar de todo sigue siendo una suerte poder disfrutar, en pantalla gigante y con una calidad de proyección simplemente apabullante, de estas pequeñas grandes películas. La labor de Cortópolis sigue muy en boga, y es justo y necesario seguir reconociéndola mes tras mes, más allá del impacto último que alberguen los trabajos proyectados. De nuevo, chapó. Y en abril, más y mejor.

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7 respuestas a “Cortópolis III. Marzo 2013.”

  1. por fin,sinceridad

    1. Roberto siempre ha sido sincero, y si no mira el comentario que le dedica nuestro amigo Santos.

      1. Eso no hace falta ni decirlo, yo no gano (ni pierdo) nada con esto. Pero vamos, que eso lo aplico a la vida misma. Lo saben los que me conocen.

        Para verdaderos algunos de los comentarios y «comentaristas» que por aquí tienen a bien pulular… Ellos sí que saben de moderación y sinceridad; normal que el tiro les salga por la culata.

        Saludetes.

  2. Esta vez Roberto ha cargado bien las tintas, le he notado más extremista que en otras sesiones. Estoy de acuerdo con él en cuales fueron los peores cortos, pero en los mejores ya difiero un poco. Para mí los mejores Un Reflejo de ti y La Jinetera.

    1. Hombre, yo no diría extremista, no creo que exprese mis opiniones con extremismo ni vehemencia, es tan sólo mi visión argumentada.

      Lo único cierto es que esta vez la calidad de conjunto me gustó menos, y a mí esos dos cortos que mencionas también me parecieron de lo mejor, ya lo recalco.

      Saludos.

  3. Pues la presentadora andaba por allí, un poco exagerada creo yo, no está tan buena como parece. Y la crítica de Roberto creo que se ciñe mucho a la realidad.

    1. Gracias por tus comentarios, camarada.

      A mí la presentadora me pareció interesante en todos los sentidos…

      A ver qué tal la próxima!

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