Crónica de Cortópolis II. Febrero 2013.

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febrero 26, 2013 por Roberto García-Ochoa Peces

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Llegó la segunda edición de Cortópolis, y llegó bien. El pasado jueves 21 de febrero nos volvimos a reunir en los madrileños cines Kinépolis todos los amantes del cine en general, y del formato corto en particular. Una nueva fiesta, pero ampliada esta vez, prolongada a través de varios niveles lo que hace intuir un futuro provechoso y enriquecedor para este festival llamado a ser grande.

Para empezar, una sala con más capacidad. Por si los casi quinientos espectadores de la primera entrega parecían pocos, ahora se sube a setecientos; no se trata de un gesto cara a la galería, más al contrario: responde a la necesidad de demanda de asistencia por parte del respetable, que volvió a agotar las entradas en apenas dos horas. Todo un logro de la organización, que vuelve a saber atraer al público bajo una fórmula no por sorprendente menos ejemplar en estos turbios tiempos que corren: la de la gratuidad. Este primer paso hacia el crecimiento se extendió también al terreno de la exhibición: si en enero fueron cinco, ahora pasamos a siete pequeñas películas -caprichoso juego numerológico con lo anterior, muy de cerezada-; aunque sólo seis estaban anunciadas… Ahí entra en juego el “Clásico a traición”, bajo cuya denominación se proyectó el reputado trabajo Mamá, cortometraje de Andrés Muschietti que llamó la atención de Guillermo del Toro tanto como para que le produjera el largo del mismo nombre, recientemente estrenado en nuestras pantallas.

Precisamente por ahí pueden buscársele las pegas anecdóticas a esta segunda edición. Y es que si bien la idea de exhibir, sin previo aviso, un cortometraje que se antoja “clásico” en mitad de la terna de trabajos programada resulta harto atractiva (y emocionante), no lo es tanto el hecho mismo de la elección. Resulta inapelable la importancia del breve film de Muschietti -como comenté en la reseña de su adaptación al largo-, pero de ahí a etiquetarlo como clásico debe mediar, cuando menos, el beneficio de la duda, y es que carece del tiempo y reposo necesarios para su correcta maduración. Se acierta en la inmediatez, en la celeridad e impacto sobre el espectador (en tan solo tres minutos), pero sé de buena tinta que los organizadores podrían haber escogido, dentro de su manido repertorio, un título que hiciese verdadero honor a semejante clasificación (confieso que tras la sorpresiva presentación y rótulo de esta nueva sección, imaginé a continuación un Mirindas asesinas o La cabina, o incluso, por qué no, los más recientes pero ya suficientemente meritorios El laberinto de Simone, La guerra, For(r)est in the des(s)ert, La ruta natural, Esposados o El gran zambini, por mencionar sólo algunos títulos imprescindibles del formato) y así marcarse un auténtico hit en la programación.

Por suerte, tan sólo se trata de una mera cuestión de gusto selectivo. La misma con la que se debe valorar el engendro que vislumbraba la pantalla de la sala; una suerte de niño disfuncional e involucionado en feto, que sostiene una cámara cual amenazante filmador primigenio, incontrolado e incontrolable por definición. Una figura abyecta (y gigante) capaz de arrancar risitas nerviosas entre los asistentes, fruto de sus temibles frases malsonantes. Simpático ejercicio de acongoje y fealdad divertida como elemento de distensión para con los múltiples asistentes. Guinda made in Cerezo, otra vez y como no podía ser de otro modo.

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Pero si por algo debe ser recordado este Cortópolis es por su calidad de conjunto, varios tantos por encima de la del primer envite. Y eso a pesar de la concurrencia de un mayor número de cortos, pero el hecho de anticipar a todo un ganador del Oscar 2013 (Curfew), contar con otro nominado a ese premio de premios (Death of a shadow) y con el también reciente triunfador de nuestros Goya (Aquél no era yo), todo ello en primicia mundial, hace ganar irremediablemente muchos enteros y habla a las claras y sin tapujos ni vanaglorias innecesarias de la capacidad del equipo de este certamen para superarse a sí mismo y ofrecer sencillamente lo mejor.

El último de los múltiples cambios cualitativos efectuados por la organización fue el de la presentadora (que, como en enero, solo pudimos ver en la pantalla, lástima…), siendo ahora Marta Flich la encargada de llevar el timón de los tempos. Chispa y cercanía por elegancia y presencia; los rostros visibles y femeninos de Cortópolis siempre son muy válidos y logran con creces el objetivo de amenizar la gala. Algo que también viene dado por las cada vez más trabajadas presentaciones de los cortometrajes por sus respectivos directores o integrantes del equipo; terreno a disposición del gag desternillante, la simple broma graciosa o unas meras palabras de introducción, estas piezas también serán premiadas al final de año… por más que algunas poco o nada tengan que ver con lo que vayamos a ver a continuación.

Para terminar, y antes de ir a lo realmente importante, que son los cortos, mencionar que se entregó el premio del público correspondiente a la edición de enero, y éste fue a parar al cortometraje Al otro lado, de Alicia Albares. Fue ella misma la encargada de recoger el premio, el cual le pilló por sorpresa, tal y como mencionó. Desde aquí mi enhorabuena a la joven realizadora, que a buen seguro nos seguirá entregando piezas interesantes en el futuro.

Y ahora, un comentario en detalle de cada uno de los cortos proyectados, en orden de exhibición:

Blue and maloneBlue & Malone: Detectives imaginarios (Abraham López). Atractiva pieza que mezcla imagen real con animación en múltiples formas y dimensiones,  pasando del 2D al 3D en vertiginosas secuencias de imaginación desbordada. Esta historia sobre dos simpáticos detectives imaginarios que ayudan a una niña a encontrar a su hermano perdido tiene su gran baza en ese tremendo trabajo de mezcla de texturas visuales, lo que proporciona una rica imaginería visual constatable en el variado diseño de personajes y en su interacción dentro del plano, conformando así un entramado de piezas de animación exquisitas que a buen seguro responden a un buen puñado de profesionales artesanos. Sin embargo, es en el engranaje narrativo de este rico conglomerado donde se produce un atasco, lo que propicia un desbarajuste en el desarrollo de la historia, por otro lado bastante sencilla y de tono pretendidamente infantil. No obstante, en su haber queda el logro de despertar el recuerdo de una cinta como Monstruos S.A., lo cual no es poco decir.

stop_cartelStop (Sergio Barrejón). Rodada en un impecable blanco y negro que supone desde el inicio un guiño a las intenciones de la historia, este cortometraje escrito y dirigido por Sergio Barrejón se erige como una inteligente y cuidada diatriba contra el racismo. Ése que está de rabiosa actualidad, el que atañe a los ciudadanos extranjeros que sufren detenciones de carácter cuando menos dudoso por parte de la Policía Nacional en las calles de Madrid, en las estaciones de metro y tren, a plena luz del sol y en los lugares más concurridos. Convocando la denuncia de masas mediante el inserto de textos de tipografía de corriente uso en las tecnologías comunicativas de hoy día, el trabajo encuentra su corazón en la metáfora del acompañamiento anónimo como cura a una enfermedad aletargada, de la que todos somos responsables, porque todos somos iguales ante la ley. A pesar de su formato cuasi de anuncio televisivo prolongado, la elegancia de su forma y, sobre todo, la importancia de su fondo, bien merecen toda nuestra consideración.

stringless_cartelStringless (Al Díaz). Tras la sorpresiva proyección de Mamá, llegamos al momento de inflexión de la noche, aquel que proporcionó el giro hacia la elevación… y el interrogante. Porque Stringless  no son sino imágenes y sonidos combinados que conforman un ente de difícil aprehensión cognoscitiva. Pura experimentación extendida a lo largo de inquietantes secuencias que suponen una auténtica experiencia audiovisual como fin en sí mismo, tan válida o más que cualquier otra pieza de exposición. La cuestión aquí no debiera ser buscar el sentido a una narración que es el más difícil todavía para un público poco habituado a desbarres fílmicos de esta índole, sino encontrar el mero deleite con su contemplación, puesto que la elaborada construcción de cada plano a lo largo de su minutaje se presta para ello.

Es una apuesta doblada, que se cita a sí misma como elemento intrínseco de su naturaleza: el artista que se enfrenta a la elaboración de algo diferente, que ansía la perfección a costa de la asunción de su anormalidad. Es el compás que dicta un metrónomo, que se viola bajo la rasgadura crispada de un violín; sonido roto, imposible de concretizar. Y es la diafanidad de una gran sala, espaciada en relajantes blancos visuales, que se hace trizas en pos del rojo sangre que explota, sutura, burbujea y finalmente se derrama desde el impulsivo palpitar del corazón; una mera hipérbole del miedo al fracaso ante la propia creación visual. Un hundimiento en las aguas de una bendita locura que es puro deleite para los sentidos. La radicalidad de expresión bien considerada. Cine desde las entrañas y para las entrañas, sólo apto, eso sí, para gourmets de lo extraño.

deathofashadow_cartelDeath of a shadow (Tom Van Avermaet). Primero de los dos cortometrajes nominados al Oscar que se exhibió, y probablemente la pieza cumbre de la velada. Superproducción belga de Tom Van Avermaet, Death of a shadow es CINE de ciencia-ficción de altos vuelos. Confluyen la vida, la muerte y el amor. Temas universales que aquí interactúan de manera extremadamente original, superponiéndose unos a otros en una narración de exquisito ritmo, donde cada secuencia tiene la misma importancia que la anterior, conformándose así un conjunto de engranaje prácticamente perfecto. Filmado con una fotografía que combina la palidez, el tono sepia, el claroscuro y el efecto de apertura a imagen natural según requiera cada situación, el aspecto visual de este cortometraje hace pensar en la consecución de una película corta absoluta, en el más riguroso y justo sentido de tal definición. Además, conceptualmente, se atreve a jugar con una serie de ideas atrevidas de impensable puesta en escena pero cuya resolución resulta impecable: véase aquellas donde el fotógrafo protagonista atrapa el instante de la muerte a través de la captación de las sombras vivas de los respectivos difuntos; o bien ese otro en el que ese siniestro personaje que se las “compra” adquiere placer mediante la reproducción puntual de su visualización, pinchándolas contra la pared, en un mural que conforma toda una tétrica secuenciación de la mortandad. 20 minutos de auténtica delicia cinematográfica. Una gema a revisionar.

aquelnoerayo_cartel_rAquel no era yo (Esteban Crespo García). Fue este el reciente ganador del Goya 2013 a mejor cortometraje de ficción. Aunque de ficción más bien tenga poco, puesto que lo que cuenta es una dura, durísima realidad que debemos tener siempre bien presente si no queremos caer en la más absoluta ignominia humanitaria para con nuestros semejantes. Si Sergio Barrejón denunciaba en Stop el racismo haciendo uso de una refinada elegancia en su puesta en escena, Esteban Crespo García hace acopio del embrutecimiento (bien entendido) para lidiar con el grupo de misioneros que han de hacer frente a la sinrazón de un adolescente africano que sostiene una escopeta y que está dispuesto a matar porque sí. Ruido y disparos sin mesura; diálogos fríos, duros, despojados de entendimiento; balazos, dolor, lágrimas, rabia; y muerte, demasiada y del todo innecesaria, en este contundente cortometraje que podríamos adscribir al género bélico, utilizándolo (como tantos otros) con el fin de denunciar una realidad. A buen seguro, su visionado produce algo muy parecido a la sensación que se debe tener cuando a uno le encañonan durante un largo rato con un arma cargada. Impresionante de verdad.

curfew_cartelCurfew (Shawn Christensen). Y llegó el final. Muy seguramente programado adrede en último lugar como hueco estelar reservado, premonitorio para el éxito que le vendría al domingo siguiente. Y además se presenta nada más y nada menos que como top ten histórico del cortometraje, casi nada. Así es Curfew, la pieza maestra que Shawn Christensen entrega al respetable como quien baila desinhibido una canción pop en medio de una discoteca. O de una bolera, como en el momento más brillante y recordado de este corto, cuando su pequeño y entrañable Ángel de la guarda, la encantadora Fátima Ptacek Espinoza, baila en suave travelling paralelo a la cámara para así despertar la emoción por la vida y la alegría perdida de su tío. La cámara y sus movimientos en el plano, de tan capital importancia en el medio cinematográfico que a veces se nos olvida a pesar de su perenne presencia; pues aquí existe un dechado de uso, de cómo alinearla y situarla alrededor de los actores con el fin de aportar un matiz, un contrapunto, o un simple chispazo de espontaneidad, a la comúnmente tan manida narración. He ahí la importancia de Curfew, su valor como obra de arte joven y arrebatadora; parida bajo un indomable espíritu indie y evocadora de una ternura y un encanto dignos de elogio. Amor indeleble por el séptimo arte.

Así fue Cortópolis en su edición de febrero. Un muestrario de muy alta calidad que, lógicamente, acarrea un problema de cara al siguiente evento: la capacidad de hacerlo mejor. Difícil, muy difícil visto lo visto, pero no imposible. Mucho ánimo y nos vemos en marzo dispuestos a divertirnos mientras se sigue insuflando vida a la palabra cortometraje.

20 pensamientos en “Crónica de Cortópolis II. Febrero 2013.

  1. pumba dice:

    bastante mejor q la anterir

    • Santos dice:

      hombre,es q la anterior era destructiva y era facil mejorarla,pero esta cronica esta escrita con miedo porq no le pegen, si hubiera estado escrita como el queria hubiera sido destrictiva

      • Vaya Santos, ¡me has calado! Pero piensa que tu también lo harías, al fin y al cabo a nadie le agrada tener que llevar casco a las galas… con lo que pesa, y encima para luego no usarlo. ¡Resulta tedioso!

        Un saludo, gran amigo.

  2. LIM dice:

    Un poco pedante pero buena crónica…

  3. Santos dice:

    esta cronica esta escrit con miedo

    • Sí, de hecho la publiqué esta noche, muy de madrugada, para que la viera el menor número posible de personas y así por lo menos estar resguardado. Lástima que luego haya amanecido, ¡qué mala pata!

      • Santos dice:

        no disimules,q se ve engordas tu critica de cortos que entrelineas queda claro que no te gustaron,como los dos primeros,q realmente fueron un conazo y si hubieras puesto lo q piensas de verdad t habria dado la razon

      • Lo que pienso de verdad es lo que escribo, siempre y sin esconderme bajo seudónimos. Siento que no hayas encontrado la chicha que esperabas esta vez, pero es lo que hay, la velada fue estupenda y los cortos, también, sin excepción.

        Y no necesito que tipos como tú me den la razón. Faltaría más.

  4. En lineas generales los cortos a concurso no creo que fuesen mejores a los de la edición de enero. Pero si es verdad que ésta de febrero quedó más redonda con la nueva sección de clásicos y la proyección del corto ganador del Goya.Y sobre todo destacó el último corto proyectado, Curfew nos dejó un muy buen sabor de boca para luego irnos al convite. Sin duda un corto merecedor del Oscar y muchos otros premios.

    Por cierto, una buena crónica, muy completa.

    • Hola,

      Yo sí creo que la calidad de los cortos fue, en líneas generales, superior a la de la edición de enero. Pero bueno, esto va en gustos y lo importante es que todos fueron muy disfrutables… y que se prestaban para el comentario posterior en el convite, tal y como dices.

      Muchas gracias por tu comentario, Teresa.

      • Santos dice:

        aqui hubo dos cortos muy malos que fueron stop y el conazo ese de la animacion. el resto estaban muy bien aunque el del violin no se debio proyectar en el festival,logicamente lo hicieron porque era de un miembro del equipo y la cagaron porque es un corto muy bien hecho pero q no gusta al publico

        en la primera eran todos buenos o muy buenos asi q la primera era mas nivelada lo q pasa es que esta era mas espectacular en su segunda parte. el festival esta muy bien pero los criticos pagados es algo que hay q cambiar y no pueden meter cortos tongo del equipo o cortos tan malos como el del gato azul ese

  5. Santos dice:

    yo no m estoi metiendo con el festival y de echo me gusta mucho y he estado en ls dos ediciones,sino con cosas que no me gustan de tu trabajo porque usas tu pluma para destrozar carreras,nada mas. cerezo creo que la caga poniendo a criticos pagados

    • Macho, no das una. ¿Yo pagado? ¿Por escribir estas líneas? ¿Por destrozar carreras?

      Creo que llegados a este punto aquí hay alguien que tiene algo que decir. Yo desisto. Pero tú sigue comentando a tu libre albedrío, ¿eh? Incluso puedes decir algo sobre los cortos, si se te ocurre…

      • Santos dice:

        vas a decir ahora que no cobras por esto?

        lo q digo es que cerezo comet el error de pagar a unos criticos para el festival cuando los criticos tienen q ir por ellos solos y no deberian estar en plantilla del festival y asi serian mas imparciales. ahora mismo esta claro que estais pagados

      • Santos, te aseguro que no cobramos ni un euro, no sé si lo dices de coña o qué pero es así. Nos gustaría que nos manifestases que interés tienes en desacreditar nuestra labor, o si lo es que lo estás haciendo por porque eres algún freak de la red (debido a tu insistencia). También espero que cuando publique la crónica, que será para la semana que viene, me comentes algo hombre…una cosa hay que reconocer: si dejamos aparte la poca sutileza de tus comentarios ¡¡das ambiente tío!!

  6. Santos dice:

    hola alfredo,¿donde escribes?¿tambien eres un pagao?

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