Crítica de The Monkey, de Osgood Perkins

No ha tardado demasiado tiempo en ver la luz una nueva película dirigida por Osgood Perkins, que en verano de 2024 estrenase Longlegs, la cinta de terror satánica protagonizada por Maika Monroe y un irreconocible Nicolas Cage. En The Monkey, adaptación del relato homónimo escrito por Stephen King, pega un giro radical en el tono, pese a seguir construyendo una filmografía instaurada en el cine de género: la jocosidad en torno a la muerte aleatoria de personas ocasionada tras accionarse la cuerda de un mono de juguete y que este empiece a tocar los platillos mientras resuena su cómica musiquilla. Nueva ración de gore festivo disponible en la pantalla de cualquier multicine, tremendamente divertida si bien irregular en el recorrido de su historia.

Póster de The Monkey, dirigida por Osgood Perkins

País: EE.UU., Reino Unido
Año: 2025
Estreno: 21-2-2025
Duración: 98 min.
Director: Osgood Perkins
Guion: Osgood Perkins, sobre el relato de Stephen King
Fotografía: Nico Aguilar
Música: Edo Van Breemen
Intérpretes: Theo James, Tatiana Maslany, Christian Convery, Colin O’Brien, Elijah Wood
Género: terror festivo
Productora: Atomic Monster, Black Bear International, C2 Motion Picture Group

 

CUERDA A LA IRREVERENCIA

Transcurridos apenas seis meses desde que Longlegs llegara, anunciada con bombo y platillo, a la cartelera, Osgood Perkins ya trae un nuevo “regalo” cinematográfico bajo el brazo, que pese a envolverse en una bonita caja acabada en lazo aloja un envenenado juguete en su interior: un mono capaz de desencadenar el exterminio aleatorio en derredor tan solo ejecutando la acción sonora a partir de aquellos instrumentos. Esta nueva incontinencia creativa por parte del realizador norteamericano tendrá su siguiente episodio en Keeper, cuyo estreno se espera para octubre de este mismo año.

The Monkey es una adaptación oficial del relato corto homónimo escrito por Stephen King, publicado originalmente como un folleto adicional de la revista Gallery en 1980. Su protagonista no tiene nada que ver, pese a lo sospechoso de su parecido, con el que se ve en el cartel de Atracción diabólica (George A. Romero, 1988), pero tampoco es la primera vez que se aborda su figura, ya que dos años antes Spencer Sherry firmó un cortometraje de sesenta minutos financiado a través de una campaña de micromecenazgo bajo la anuencia del celebérrimo escritor; sin embargo, hay que viajar cuarenta años en el tiempo hasta encontrar la primera versión –no oficial– de la historia: The Devil’s Gift, dirigida por Kenneth J. Berton en 1984.

Sea como fuere, las intenciones del hijo de Anthony en su quinto largometraje continúan en la senda de la práctica del cine de género como ejercicio de reafirmación personal, pero distanciándose profundamente en el tono respecto a su anterior acometida en la citada película protagonizada por Maika Monroe y Nicolas Cage. De hecho, cabe observar la que nos ocupa como un reverso lúdico capaz de rebajar la pretendida opresión y tenebrosidad de la que hacía gala en aquella para ofrecer, a cambio, un ejercicio de terror sin demasiado estilo pero tampoco muchas pretensiones, concebido bajo una idea clara que traslada sin rémora ni cortapisas a las imágenes la escabrosidad presente en el relato original, por él mismo adaptado en solitario. No obstante, su mayor lastre radica en que las cuidadas imágenes (producidas, entre otros, por James Wan) no casan con el espíritu de serie B que se esfuerza en manifestar la propuesta, con independencia del efecto festivo-subversivo de las mismas.

Tatiana Maslany en The Monkey

Así, The Monkey funciona mejor durante su primera mitad, cuando esa repentina, desconcertante y socarrona explosión de violencia gore salpica sin solución de continudad a los gemelos protagonistas que encuentran al ominipresente mono en el fondo del armario, sabiéndose un entretenimiento irreverente capaz de hallar la complicidad del espectador y la eficiencia de su tono burlesco en el montaje acelerado y en la hilatura autoconsciente de las sucesivas secuencias mortíferas. Su segunda parte, dotada de un mayor desarrollo dramático –el encuentro del menor de ellos con su hijo; el trazo de brocha gorda en torno a la reconversión malvada del mayor–, pierde fuelle y buena parte de la frescura demostrada con anterioridad, haciendo patente la idea que cose tanto cúmulo de sangre: la herida abierta entre los hermanos y su difícil reencuentro, fruto de una unidad familiar disfuncional desde tiempo temprano.

Esta última cuestión parece que atañe directamente a la experiencia vital del cineasta de Nueva York, quien perdió a cada uno de sus progenitores en trágicas circunstancias (y que, no por casualidad, se reserva un pequeño papel en su película, retomando así su actividad como actor); sirve, de este modo, como una suerte de exorcización de sus demonios íntimos. Personalmente, me quedo con la derivada estricta y alocadamente jocosa del asunto. 

El mono protagonista de The Monkey, dirigida por Osgood Perkins


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