
Los aficionados al cine de género más bizarro estamos de enhorabuena. En realidad, lo llevamos estando ya durante un tiempo, el que ha transcurrido desde que la editora Regia Films decidió lanzar una colección del denominado género giallo.
En primer lugar, por atreverse a desenterrar cintas que en verdad sólo conocerán aquellos paladares más inquietos y morbosos -lo que supone toda una arriesgada apuesta comercial teniendo en cuenta el panorama-; y en segundo término, aunque no menos importante, por hacérnoslas llegar en las mejores condiciones posibles: copias íntegras que parten de los mejores materiales existentes, que respetan el formato de imagen y que incluyen los audios originales junto a su pertinente pista de subtítulos (aspectos básicos e imprescindibles para el pleno disfrute de cualquier creación audiovisual, pero que aun hoy día siguen sin cumplirse en innumerables lanzamientos), y a falta de contenidos adicionales -difíciles de encontrar para films de estas características-, presentando el pack con un atractivo diseño y la posibilidad de varias carátulas.
El término giallo (que significa «amarillo», en italiano) hace referencia a la colección de novelas policiacas y de misterio que apareciera en Italia de la mano de la editorial Mondadori: I libri gialli. Se trata de novelas con una intriga básica y de fácil lectura para el gran público, baratas y que tenían una característica común: su tradicional portada lucía un llamativo fondo de color amarillo -punto original que el diseño actual de los dvd de Regia Films se ocupa de recordar-. Esta fue la idea de base a partir de la cual se desarrolló todo un subgénero cinematográfico, que tomaba la premisa de aquellos argumentos pero envolviéndolos en un aspecto formal cuasi delirante y regándolos con secuencias de terror bastante explícito (sobre todo en la parte de los asesinatos, altamente estilizados y convertidos en auténticas set pieces de seductora visualización). Así, con la patente del gran Mario Bava, por erigirse como creador de esta serie a través de La muchacha que sabía demasiado e, inmediatamente después, la más conocida Seis mujeres para el asesino, y con la popularización posterior llevada a cabo por Dario Argento (El pájaro de las plumas de Cristal, Suspiria, Tenebrae), Italia entregaba al mundo uno de los guilty pleasures por excelencia de todo el universo cinematográfico del horror: el cinema giallo.
Regia Films acaba de lanzar el último título de esta colección, Angustia de silencio (Non si sevizia un paperino), una de las películas más redondas en toda la filmografía de su irregular director, el inefable Lucio Fulci; un auténtico pornógrafo de la violencia, capaz de llevar hasta el extremo último de la explicitud las mayores tropelías vistas en una pantalla, amado y odiado a partes iguales entre los aficionados. En ella seguimos la pista a una serie de crímenes y desapariciones en un marco rural, prestándose una atención especial en la historia al componente infantil así como indagando en el trauma de tipo religioso y mágico que afecta a toda una comunidad. Probablemente, una de las mejores cintas del realizador italiano y casi con total seguridad, su mejor incursión en el giallo, y ello sin la necesidad de abusar del componente gráfico tan presente en sus imágenes, ocupándose en su lugar de dar algo más de cuerpo a un relato no demasiado enjundioso de por sí (carencia habitual en este género). Reseñar que como contenidos adicionales en la presente edición, se nos ofrece el tráiler de la película y una escena eliminada de 20 segundos de duración.
Precisamente hace unas semanas, como penúltimo título de la colección, apareció el ya citado La muchacha que sabía demasiado (La ragazza che sapeva troppo), título de capital relevancia puesto que se puede considerar como el primer giallo de la historia -por introducir la temática y estilo habituales que posteriormente conformarían el género-, a pesar de que muchos delegan esta suposición en Seis mujeres para el asesino, beneficio que puede concederse por el mero hecho de ser la primera rodada a todo color (otro factor clave dentro del libro de estilo en este tipo de realizaciones). Sea como fuere, lo cierto es que La muchacha… ofrece un ejercicio de pura tensión a través del extenuante seguimiento que Bava hace de una pobre muchacha que, sin adivinarlo, se ve envuelta en una trama de asesinatos y persecuciones, lo que confiere a la obra un apreciable y muy estimulante tono pesadillesco que logra atrapar la atención del espectador a lo largo de sus escasos 90 minutos de duración. Una cinta muy apreciable, repleta de jugosos estímulos visuales e imaginativa planificación, fruto del genio incomparable del realizador italiano para la composición de escenas turbadoras, a su vez claramente inspirado (y no sólo a través del guiño del título) en las virtudes de otro autor total de sobra conocido por todos los amantes del misterio: Alfred Hitchcock.
Son estos los dos últimos títulos de una colección que previamente había indagado en otros aún menos conocidos o populares, si cabe; no por ello menos curiosos o apetecibles para el aficionado interesado. A saber: La tarántula del vientre negro (La tarantola dal ventre nero, de Paolo Cavara), Con el corazón en la garganta (Col cuore in gola, de Tinto Brass), Una lagartija con piel de mujer (Una lucertola con la pelle di donna, de Lucio Fulci), 5 muñecas para la luna de agosto (5 bambole per la luna d’agosto, de Mario Bava), Todos los colores de la oscuridad (Tutti i colori del buio, de Sergio Martino) y Crimen en la residencia (Nude… si muore, de Antonio Margueriti). Se configura así una terna de 8 títulos de auténtico Cinema Giallo, por fin bien traído a nuestro país (no es la primera vez que aparecen aquí ediciones de este tipo de cine, pero el recuerdo es infame). Esperamos con expectación los siguientes.







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