7 notas en negro, de Lucio Fulci
5octubre 9, 2013 por Roberto García-Ochoa Peces
El caso del director italiano Lucio Fulci es digno de estudio y bien merece una debida contextualización. Se erige como uno de los nombres más importantes e imprescindibles de toda la historia del cine fantástico italiano y, sin embargo, semejante fama no le augura un status de maestro reconocido, más bien todo lo contrario para muchos aficionados connoiseurs. Aunque también encontramos el extremo opuesto para otra gran mayoría, que le idolatra y le sitúa como uno de esos pocos autores tocados por la gracia dentro del cine de género; aquellos capaces de insuflar una extraña poesía a algunas de las imágenes más perversas y horrendas que se han podido ver proyectadas sobre una pantalla de cine. Así se presenta ante la audiencia este realizador romano: odiado y amado a partes iguales, quizás la justa medida de su capacidad como creador pueda medirse más certeramente si nos detenemos en obras como esta que nos ocupa, Siete notas en negro (1977), no por casualidad situada en el término medio de su extensa filmografía (algo que apunta más allá de esa cualidad temporal para contagiar una parte importante de su temática y estilo más recurrentes).
Sette note in nero puede enmarcarse dentro del famoso género giallo, si bien se sitúa unos años después de la época de mayor esplendor de esta corriente. No es, además, la primera incursión en el género que realizase Fulci, pues unos años antes había filmado las excelentes y aún contenidas Una historia perversa (1969), Una lagartija con piel de mujer (1971) y Angustia de silencio (1972). Sería después de esta cuando daría rienda suelta a las pesadillas más inimaginables, canalizándolas a través de las impactantes, diríase inefables imágenes que recorren cintas como Nueva York bajo el terror de los zombis (1979), Miedo en la ciudad de los muertos vivientes (1980) o El más allá (1981).
Pero volviendo a la cinta protagonizada por la actriz Jennifer O’Neill, lo cierto es que el interés de la trama que gira en torno a su pobre y martirizado personaje no hace sino aumentar con el paso de los minutos, hasta culminar en un clímax no por presumible menos impactante. La historia refleja, desde un grado de detalle altamente obsesivo, su capacidad parapsicológica, lo cual ocasiona que, siendo una niña, sea capaz de visualizar la muerte de su madre, que camina en extrañas circunstancias hacia el borde de un acantilado y finalmente acaba cayendo por el mismo. Ya adulta y emparejada con el sospechosamente demasiado correcto personaje interpretado por Gianni Garko, se ve envuelta en la investigación del descubrimiento de un cadáver enterrado en una pared de la mansión que éste posee, lo que la ocasionará no pocos quebraderos de cabeza (nunca mejor dicho).
El mayor interés de la cinta radica en el misterio intrínseco que atañe a las extrañas alucinaciones que vive el personaje principal, y de qué manera estas contagian el tono general de un relato típico de investigación criminal -madre natura de los gialli-, para dotarlo de una atmósfera cautivadoramente fantástica sin perder el norte ni la meta de la narración en ninguna fase. Se conforma así un conjunto equilibrado, donde el componente sobrenatural se refuerza principalmente a raíz de dos elementos: por un lado, los atractivos temas musicales compuestos por Fabio Frizzi (uno de los cuales fue fusilado por Quentin Tarantino en Kill Bill; a posteriori revelado de capital importancia para el desenlace de la trama), que vienen a sobredimensionar el impacto causado, por otro, por los enloquecidos zooms característicos del director, que no duda en enfocar y aumentar repetidamente su objetivo hacia los ojos inyectados en sangre de la protagonista, cuando ésta siente un peligro o alberga una visión; un elemento de advertencia bastante elemental cara al espectador más avezado, pero eficiente, simpático y definitorio de un estilo (y de una época), al fin y al cabo.
Siete notas en negro esconde varias sorpresas, gritos y escalofríos en su interior, así como unos cuantos giros premeditados a lo largo de su relato; vericuetos que, aun a falta de la improbable redondez o de una mayor credibilidad, no restan un ápice de interés al espectador que se preste al juego. Por eso, las impactantes imágenes iniciales -cuando el cuerpo de la mencionada mujer golpea contra las rocas del acantilado y la cámara se ceba en reflejar las múltiples heridas, contusiones y sangre del rostro… aun a costa de destrozar un bien visible maniquí en el empeño- no deben llevarnos a engaño ni hacernos perder el verdadero foco: la (falsa) aparatosidad del gore, la terrible fisicidad de las imágenes tan reconocibles en su autor, quedan apartadas en virtud del interés por el trauma personal y la investigación policial en torno al caos de la psique humana. Sin duda, uno de los mejores trabajos del realizador, a pesar de la fama que le otorgaron sus brutales (y no carentes de interés) filmes posteriores.
La reciente edición en DVD de esta película del gran Lucio Fulci viene dada de la mano de Regia Films, que incorpora así este título a su colección de Cinema Giallo. Carente de material adicional, el film se presenta por primera vez en España en su aspect ratio correcto y con el audio tanto en su versión original en italiano (con subtítulos en español), así como en la versión doblada al castellano. La calidad de audio y vídeo es más que correcta, por lo que el disfrute de la obra está garantizado para todos aquellos interesados en seguir completando el visionado de la carrera del famoso realizador italiano. Además de la atractiva cover y el diseño en amarillo “giallo” de la caja, se presenta con una carátula reversible con imágenes interiores y un póster alternativo:
No disculpes a Fulci, era un pervertido.
… que está relacionado con atrevido (lo cual casi siempre es bueno).
Tener problemas sexuales no es ser atrevido a menos que hagas lo que Fulci, que los sublima en forma de sadismo y torturas. No sé si sabrás que Fulci recomendó a su hija cepillarse a Tarantino porque decía que sería su marido ideal.
No hombre, una cosa es la ficción y otra la realidad, no vayamos a confundir. Fulci era grande porque fue capaz de representar a través de imágenes lo que ni siquiera la gran mayoría llega a vislumbrar en su imaginación.
Lee esto y lo comprenderás.
http://fiebredecabina.com/2011/02/07/lucio-fulci-el-realizador-de-lo-repulsivo/