Entrevista a Michael O’Shea, director de The Transfiguration
Deja un comentariodiciembre 2, 2016 por Roberto García-Ochoa Peces
Michael O’Shea llegaba al festival de Sitges para presentar, dentro de la sección Noves Visions One, The Transfiguration, después de su aclamado pase en Cannes. Esta ópera prima es una cinta de bajo presupuesto y forzada composición indie que se aproxima al vampirismo desde una óptica moderna y, al mismo tiempo, reverencial para con los clásicos del género, fijando su mirada en el ambiente social en el que nace y se cultiva su universo. Tuvimos la ocasión de mantener una agradable charla con Michael donde nos lo aclaraba.
La idea que desprende su obra es hablar del vampirismo a través de una visión social, aprovechando el trauma que aqueja al personaje protagonista. ¿Para usted era más importante transmitir esa idea social de los guetos negros de Queens o bien centrarse en el vampirismo?
Existen ciertos elementos de un mensaje sobre las clases sociales que conviven en EE.UU., por ejemplo a través de la figura del hermano, que es un veterano de guerra, y es por ello que hay muchas razones por las cuales utilizo los escenarios que utilizo. Una de esas reflexiones sociales es mostrar el fracaso del capitalismo en el sentido de que no hay una red de bienestar social que recoja a la gente más desvalida por culpa de ese sistema, y también cómo ese sistema nos lleva a ser muy depredadores los unos con los otros. Por eso reflejo ese escenario en la película.
Pueden apreciarse en la película muchas referencias intencionadas sobre el vampirismo, no solo cinematográficas sino también literarias -algunas de ellas, por cierto, muy divertidas, como las constantes alusiones que realiza hacia la saga Crepúsculo (Twilight)-. ¿Está haciendo con ello un alegato por un tipo de cine de vampiros, como puede ser Déjame entrar (Let the right one in), que es una película con la que ha sido comparada?
(Muchas risas). Bueno, es verdad… (más risas). Emmm… no. Simplemente pensé que sería gracioso que Sophie estuviese obsesionada con Twilight, porque es el extremo opuesto de lo que a Milo le fascina sobre el mundo de los vampiros. En mi opinión, hemos hecho a los vampiros atractivos y sexys, lo cual es ridículo. Deberíamos asustarnos de ellos en lugar de convertirlos en símbolos… ¡son monstruos que se comen a la gente! Entonces, pretendía hacer un comentario más amplio sobre la aceptación de la muerte en la sociedad; la gente tiene tanto pánico a la muerte que esta visión que se da en Crepúsculo, mostrando a los vampiros guapos y demás, es totalmente incierta y resulta ridícula.
¿Cómo encuentras el cast de la película, la joven y desconocida pareja de actores protagonistas?
Ella leyó el guion en una prueba de concepto que hice tres años antes para intentar recaudar el dinero, pero entonces no lo teníamos dinero y no pudimos escogerla; transcurrido ese tiempo ya tenía diecinueve años, y estaba preocupado por si no parecería demasiado mayor para el papel, pero lo comenté con el resto del equipo y les pareció bien. El proceso de casting lo desarrollé desde un par de años atrás, así que a Eric Ruffin, que interpreta a Mailo en la película, le vi en una serie de televisión y pensé que funcionaría por las expresiones de su cara; le llamé, vino a hacer una audición (que tuve que realizar en el propio cuarto de mi casa, ya que no contábamos con un estudio) y congeniamos ambas partes.
La producción ha sido muy laboriosa por lo que comenta, y es esta su primera película. ¿Cuánto tiempo lleva relacionado con el mundo del cine y qué impedimentos se ha encontrado hasta poder, finalmente, debutar en la dirección?
Empecé escribiendo terror hace unos diez años, porque me encantan las películas de género. Pensé que de esta manera sería más fácil encontrar financiación para alguna de mis historias, porque aunque no haya actores conocidos siempre sueles encontrar una productora interesada. Por lo que comencé con una especie de slasher, de un millón y medio de presupuesto aproximadamente, y nadie me quiso dar la cantidad que costaba para tratarse de un debut; fueron cuatro duros años donde al final casi abandono. Así que cambié y escribí pensando en hacer una película más barata, y de esta manera fue como surgió la historia para The Transfiguration. Después hice un lookbook, una especie de prueba de concepto que dio lugar a un cortometraje –Milo (2014)-, pasaron dos años y entonces es cuando me vino la oportunidad de desarrollar esta historia y hacer una película.
Hemos hablado de referencias… Es obvia la presencia de cineastas como F.W. Murnau -por los fragmentos de Nosferatu (1922)- o George A. Romero, por las menciones que el protagonista realiza de Martin (1978) varias veces. ¿Pero cuáles son los directores que de verdad han influenciado en su trabajo y qué otras películas puede citarnos?
Las influencias más grandes fueron: Henry, retrato de un asesino (John McNaughton, 1986) y Martin, y también hay un corto español… seguro que lo conoces… Aftermath (Nacho Cerdá, 1994), sobre todo por la escena del final, que está inspirada en él; esta película me encantó y forma parte de la lista de diez que figuran en el lookbook que mencionaba antes. Visualmente estoy más influenciado por directores del panorama indie norteamericano, de estilo arthouse y con unos tiempos más lentos, lo que a mí me gusta denominar como el nuevo neorrealismo: cineastas como John Softy, Kelly Richard o Andy Jacobs, que es un colega de Los Angeles… El contenido, en cambio, es más propio de las horror movies.
¿Tiene ya pensado algo sobre su próximo proyecto? ¿Irá en la misma línea?
Aún tengo el guion del shasher y una ghost story. Haré una cosa similar, relacionada con el cine de género; me fijo en los aspectos interesantes del mismo e intento trabajar sobre ellos. Pero aunque el tema cambie y aborde el slasher en lugar del vampirismo, seguirá dentro del cine de terror, que me apasiona. Aunque todavía no he encontrado financiación.